martes, 29 de julio de 2025

Mariela. Novela 2019. Autora: Yolanda Guerrero.

La novela es la historia de Mariela, una enfermera española que llega a París en 1918, durante los meses finales de la Primera Guerra Mundial. La incomprensión de quienes no conciben que una mujer sea capaz de salvar vidas no le ha dejado otro camino que la huida.

Con su uniforme blanco como único escudo, Mariela recorrerá algunos de los escenarios clave de la historia del siglo XX, desde el horror de las trincheras hasta Berlín, Moscú y el frente ruso. Pero la crueldad de la guerra no será su único enemigo. También se enfrentará a la gran epidemia que asoló Europa durante unos años siniestros: la gripe española, la Bestia, que se cobró tantas víctimas como los ejércitos.

Mariela, portada de la novela histórica en edición de bolsillo. 

En los últimos meses de 2019, Beatriz, una mujer joven que acaba de ser despedida de su trabajo, recibe de su madre el encargo de encontrar el hilo que enlaza a cuatro mujeres de su familia, ellas dos y la abuela y la bisabuela de la propia Beatriz. El cabo del hilo es Trasmoz, el pueblo aragonés del que proceden, tradicionalmente asociado a la brujería (femenina) y «todavía hoy excomulgado y maldito». En Trasmoz y en el cercano monasterio de Veruela le aguardan a Beatriz una serie de documentos, como cajas chinas, y un cuadro misterioso que, en lugar de firma, lleva lo que parece un número romano: DIX. Los documentos y el cuadro guardan la peripecia tan sorprendente como apasionante de la bisabuela de Beatriz, la Mariela que da título a la novela, en los años de la Primera Guerra Mundial, «un momento en que el mundo se asomaba al precipicio, pero todavía había esperanza». Atrapada por el misterio y por la fuerza que intuye en esa historia familiar, Beatriz decide que “iba a encontrarnos”.

Lo que sigue es la inmersión del lector –a través de la que lleva a cabo la propia Beatriz- en el periplo fascinante de Mariela por el Madrid azotado por la llamada gripe española de 1916, por los terribles escenarios de la guerra europea, por el brillante París que –pese a la guerra– empezaba a ser la fiesta que contaría Hemingway, por la Alemania en que la frustrada revolución comunista da paso a la contrarrevolución que lleva en su seno el huevo de la serpiente nazi, y por la triunfante revolución rusa, llena de luces y sombras. Un periplo que a la fuerza y el atractivo de esos episodios históricos cruciales une la calidad de la escritura de Yolanda Guerrero.

En el Trasmoz en el que vive la joven Mariela en 1916 abundan las supersticiones, pero una cosa de la leyenda es cierta: las mujeres se reunían; y algo más, había una saga de herbolarias a la que pertenece la propia Mariela, mujeres que recolectan las variadas hierbas del Moncayo con fines curativos. Ya esas primeras páginas de la novela, que son como el prólogo de todo lo que le espera al lector, tienen un magnetismo especial: «En el Moncayo había cabida para todos los misterios», y la Cañada de Moncayo, el pueblo imaginario de la protagonista, «era un paraje de tinieblas y seres mágicos». El misterio y el encanto se completan con los peculiares nombres propios de la zona: Chustino, Ostaquio, Nonilo, Simuel; «anda que no sois raros poniendo nombres en la Cañada», dirá un personaje. El conjunto crea un ambiente envolvente y magnético que atrapa al lector desde el primer momento, metiéndole de lleno en el universo autosuficiente de la novela.

De ese entorno singular la protagonista pasa a un Madrid en el que la gripe hace estragos y en el que sus conocimientos herbolarios le van a ser enormemente útiles. Ese Madrid de la segunda década del siglo XX tiene los tintes del Baroja más duro: pobre, malnutrido, sin higiene, asediado por las enfermedades, donde las familias obreras se amontonan en cuchitriles de alquileres abusivos. Un Madrid también zarzuelero o sainetero que la autora refleja con un magnífico lenguaje y chispeantes diálogos. Ahí, la novela pasa del ambiente misterioso y mágico del Moncayo a otro totalmente realista, pero descarnado y feroz, más temible que el mundo de tinieblas.

Con todos sus horrores, la capital supone un momento de iniciación para la protagonista. Empezando por el descubrimiento de los libros –Amado Nervo, Antonio Machado, Unamuno…– y por la nueva conciencia que le van a despertar. Así, Rosalía de Castro, Emilia Pardo Bazán, que le enseña que es mujer y que piensa, Gertrudis Gómez de Avellaneda o la Concepción Arenal que sostiene que «la sociedad no puede prohibir el ejercicio honrado de sus facultades a la mitad del género humano». Mariela empieza a comprender muchas cosas; por ejemplo, que cuando hay elecciones, «no vota Madrid, sino solo una mitad». O que «pensar es sufrir, pero es mejor sufrir que dejar de pensar».

En la ciudad «había una nueva generación de mujeres que luchaba por dignificar una profesión imprescindible… la legión femenina de ángeles custodios del doctor Federico Rubio y Galí», a la que enseguida se incorpora Mariela. Son las enfermeras, los ángeles blancos que pasaban «abanicando Madrid con un revoloteo feliz de uniformes blancos y cruces de Malta… eran jóvenes, se abrazaban, estaban sanas, se besaban, tenían una profesión, hablaban a gritos de emoción al oído de la compañera, eran dichosas».

Hay una continuidad entre la vida en Trasmoz y en Madrid: la opresión y la violencia contra la mujer. Si en Trasmoz un padre viola a su hija pequeña (y, de paso, acusa de brujería a la mujer que ayuda a la pequeña), en Madrid –donde Mariela, convertida en enfermera, se mueve por esos bajos fondos barojianos, ayudando a los más desvalidos- conoce otro caso semejante. En este, Jano, el hijo de la mujer violada por su padrastro, acabará teniendo un protagonismo insospechado en las últimas páginas. Las andanzas madrileñas de la joven dan pie a unos pasajes llenos de emoción que ponen un nudo en la garganta del lector; la emoción es, de hecho, un elemento destacado en muchos momentos de la novela.

Mariela inicia un combate singular con la gripe a la que ella personaliza llamándola la Bestia, un combate que se prolongará en los años siguientes. El enfrentamiento entre la enfermera y la enfermedad alcanza niveles épicos; Mariela llega a dialogar con la Bestia, que se convierte en su enemigo íntimo, y a la que presenta en toda su repulsión, como un monstruo o un alien. La mal llamada gripe española, que en pocos años, mató entre 50 y 100 millones de personas, está considerada la pandemia más devastadora de la historia de la humanidad.

Los desastres de la guerra

El siguiente escenario que aguarda a Mariela es París y, enseguida, la Francia en guerra. En París es acogida por la escritora y enfermera de guerra Mary (May) Borden. Allí están también Gertrude Stein y Alice B. Toklas, cuya casa, por la que pasaban escritores como Apollinaire o Blaise Cendrars, «era los sábados por la noche el epicentro del seísmo de la modernidad». Gertrude Stein vivía como conducía, ignorando cómo mantenerse en un único carril y cómo manejar la marcha atrás. París es un oasis de amistad (la amistad es otro tema que recorre la novela), pero la sombra de la guerra es alargada y Mariela, que ya tiene una vocación clara, decide marchar al frente como enfermera. Lleva una maleta que huele a verde, a bosque, a hierbas, a medicinas, a yodo, a quinina, a bálsamo. «Vas a viajar al terror», le advierte May Borden cuando toma esa decisión.

En efecto, los horrores de la guerra están minuciosa y vívidamente descritos: soldados agonizantes, falta de medios en los hospitales de campaña, los lamentos de los hombres mutilados, el tufo insoportable de la gangrena por el gas mostaza, el barro que taponaba las vías nasales y la boca hasta tragarse a los que se hundían en él (miles de hombres desaparecieron así en las ciénagas de Flandes); la lluvia tóxica, originada por el gas, que provocaba el pánico en las tropas; el mal conocido como «pie de trincheras» que obligaba a amputar la extremidad… El desfile de los heridos era el verdadero desfile militar y las trincheras, enlazadas, formaban la gran cicatriz de Europa.

La novela contiene aquí un claro mensaje antibelicista. «La patria no te merece, niño. La patria que te hace esto no es patria», le dice la protagonista a un herido. Mariela llega a la conclusión de que no hay guerra buena; alguna puede ser justa si se trata de defenderse, pero buena no es ninguna. Y cambia su modo de pensar, experimenta incluso una mutación moral. Ahora, le parece más importante salvar la vida de un solo ser humano que decir la verdad, luchar por la paz que por valores que sirven a intereses bastardos, que no hay ideal tan alto ni tan sublime que justifique la sangre inocente derramada. Por eso ella había elegido una profesión que salvaba vidas.

En esas condiciones, las enfermeras son auténticos ángeles blancos. Merecían ser subidas a los altares de la guerra, pero estos estaban ocupados solo por los generales; igual que los hombres recibían condecoraciones de primera clase por matar, y ellas solo de segunda por curar. Frente a los señores de la guerra, se dice en la novela, están los de la vida: médicos, enfermeras, científicos. La reivindicación de las enfermeras es patente en la novela. Una de ellas dice: «Nosotras escribimos la historia en minúsculas, la de verdad».


Yolanda Guerrero (Toulouse, 1962) estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y vivió dos años en Londres, donde trabajó para el Instituto Internacional de Prensa y sus asambleas en Buenos Aires, Montevideo, Estambul y Berlín. En 1987 entró en El País y desarrolló su carrera en ese diario hasta 2013. En 1997 fue finalista del IX Premio Ana María Matute, de Ediciones Torremozas. Yolanda tiene una trayectoria consolidada en el panorama literario. Reconocida por su habilidad para entrelazar la ficción con hechos históricos y temas de relevancia social, sus obras suelen sumergir al lector en épocas pasadas, siempre con un enfoque humano y profundo. Se caracteriza por una prosa cuidada y envolvente, que le permite recrear ambientes y personajes de manera vívida. Su interés por las figuras femeninas fuertes y resilientes es una constante en su bibliografía, explorando a menudo sus luchas y contribuciones en contextos adversos.

Además de su faceta como novelista, Yolanda también ha desarrollado una importante carrera en el periodismo, lo que sin duda enriquece su escritura con una gran capacidad de investigación y un agudo sentido de la observación. Su obra "Mariela" es un claro ejemplo de cómo combina estas dos pasiones para crear historias conmovedoras y reveladoras.

Más información y fuentes:

https://www.todoliteratura.es/noticia/50901/novela-historica/mariela-de-yolanda-guerrero-la-epopeya-de-una-enfermera-espanola-en-la-primera-guerra-mundial.html

https://www.larazon.es/cultura/yolanda-guerrero-los-hombres-se-mataban-y-las-mujeres-sacaban-el-mundo-adelante-JH23539110/

https://enfermeriaendesarrollo.es/en-sociedad/mariela-la-historia-epica-de-una-enfermera-valiente/

https://www.casadellibro.com/libros-ebooks/yolanda-guerrero/20099338?srsltid=AfmBOorpMMBnH_sbQEF20JXlbEL6Rq2BCZ3c7luXmTDIHdqv-t5J86mw

https://tienda.hamelyn.com/libros-segunda-mano/mariela-9788466664677?gad_source=1&gad_campaignid=22306569965&gbraid=0AAAAABty6l9-eZBUOr94fkjE7ryEuVk_E&gclid=Cj0KCQjw4qHEBhCDARIsALYKFNNEahr_oA0xz32nfabadQUMpK0IwFEIdXfe5uiZYeKdk81zQ1ZH_HIaAlYSEALw_wcB


domingo, 29 de junio de 2025

"La Enfermera" (The Nurse) Óleo sobre lienzo. 1921.

Margaret Elizabeth Barrett fue la enfermera retratada en la pintura "La Enfermera" de Sir Oswald Hornby Joseph Birley. Nació el 8 de febrero de 1903, por tanto tenía 18 años cuando fue retratada en 1921. Su padre, el Dr. Edmund Howard Barrett (1842-1921), era un médico que trató a Oswald Birley, posiblemente, en lugar de un pago monetario por los servicios recibidos, Birley ofreció pintar un retrato como agradecimiento por servicios profesionales prestados por Margaret Elizabeth Barrett y el propio padre.

Durante mucho tiempo, la pintura estuvo en posesión de los descendientes de la retratada y ha permanecido oculta. Ha sido el galerista Philip Mould quien ha facilitado su "reaparición" y ha hablado sobre este exquisito retrato que se encuentra en Estados Unidos.

La pintura es elogiada por su belleza y por cómo Birley logra capturar la esencia de la joven enfermera con una técnica que recuerda a los grandes maestros, es una obra significativa en su catálogo, no solo por su calidad artística, sino también por la historia de su creación, ofreciendo una mirada íntima a una figura que no pertenecía a la esfera de la realeza o la aristocracia, a quienes Birley solía retratar.


"La Enfermera" (The Nurse) óleo sobre lienzo. 1921.

Autor Sir Oswald Hornby Joseph Birley.  

La enfermera retratada: Margaret Elizabeth Barrett. 


Su autor Sir Oswald Hornby Joseph Birley, (31 de marzo de 1880 - 6 de mayo de 1952) fue un retratista inglés y retratista real de principios del siglo XX. Birley nació en Nueva Zelanda mientras sus padres realizaban una gira mundial.

Provenía de una antigua familia de Lancashire. A su regreso a Inglaterra, estudió en la Harrow School de Londres y en el Trinity College de Cambridge. Sirvió en Francia durante la Primera Guerra Mundial, primero con los Fusileros Reales, y posteriormente se trasladó al Cuerpo de Inteligencia, donde obtuvo el grado de capitán y fue condecorado con la Cruz Militar en 1919. Durante la Segunda Guerra Mundial, sirvió con el grado de mayor en la Guardia Nacional. Favorito de la Familia Real, fue reconocido por sus retratos del rey Jorge V, la reina María, el rey Jorge VI, la reina Isabel, la reina madre y la actual monarca, la reina Isabel II. Pintó varios retratos muy apreciados de su amigo Winston Churchill. Birley murió en su casa de Londres el 6 de mayo de 1952, una semana después de regresar de un viaje de seis semanas a los Estados Unidos, donde recibió asistencia médica. 

Foto de Sir Oswald Hornby Joseph Birley.

Más información y fuentes:

https://en.wikipedia.org/wiki/Oswald_Birley

https://livesofthefirstworldwar.iwm.org.uk/story/33142

https://atsunnyside.blog/2022/01/12/sir-oswald-birley-the-nurse-1921/

https://painthealth.wordpress.com/wp-content/uploads/2024/11/thenurse.jpg

https://www.catherinelarosepoesiaearte.com/2023/01/sir-oswald-birley.html

https://philipmould.com/news/73-two-nurses-one-hundred-years-apart-by-annabel-bolton-gallery-assistant/

https://www.youtube.com/watch?v=tf6bOUV_nrE


 

miércoles, 18 de junio de 2025

La enfermera Daisy Princesa de Ples.

Daisy, Princesa de Pless (nacida Mary Theresa Olivia Cornwallis-West; 28 de junio de 1873 – 29 de junio de 1943) fue una destacada figura de la sociedad inglesa de su tiempo y, por matrimonio, miembro de una de las familias nobles más ricas de Europa. Nació en el Castillo de Ruthin, Denbighshire, Gales, hija del Coronel William Cornwallis-West y Mary "Patsy" FitzPatrick. Su familia estaba estrechamente relacionada con la realeza británica.

En 1891, se casó con Hans Heinrich XV von Hochberg, Príncipe de Pless, uno de los mayores herederos del Imperio Alemán. La pareja poseía grandes propiedades y minas de carbón en Silesia (actualmente en Polonia), lo que les proporcionó una inmensa fortuna. Daisy era conocida por su belleza, encanto y estilo de vida extravagante, siendo una figura central en los círculos sociales y culturales de la Europa de su época. A pesar de la presión para ser una dama, ella se describía como una "marimacho" en su juventud y mostró una personalidad fuerte y una mente abierta a la hora de expresar sus puntos de vista.


Daisy, Princesa de Pless, Enfermera de la Cruz Roja (1916 )

Autor del retrato el pintor alemán Edmund Weisleben (1844-1930).


Antes de la Primera Guerra Mundial, Daisy intentó usar su posición para mantener la paz entre Inglaterra y Alemania. Durante la guerra, Daisy, desempeñó un papel activo y valiente como enfermera durante la Primera Guerra Mundial, lo que la distinguió de muchas otras damas de la alta sociedad de su época. Al estallar la guerra en 1914, expresó de inmediato su deseo de contribuir al esfuerzo de guerra. A pesar de su origen inglés y su matrimonio con un príncipe alemán, se sintió impulsada a ayudar a los heridos. Se unió a la Cruz Roja y recibió formación en primeros auxilios y enfermería. Su diario refleja su determinación: “si hubiera sido un hombre, se habría unido al ejército; al ser mujer, su camino era el de la enfermería”. El servicio de Daisy no se limitó a la retaguardia. Ella trabajó incansablemente en trenes hospitalarios que transportaban a los soldados heridos desde el frente. Estos trenes eran a menudo escenarios de dolor y sufrimiento extremos, y su labor allí implicaba atender a hombres con heridas terribles, realizar vendajes, administrar medicinas y proporcionar consuelo. Se la conocía por atender a soldados de ambos bandos, lo que le valió tanto reconocimiento como sospechas. Se dice que sirvió en los frentes serbio, francés y austriaco. También trabajó en hospitales militares, enfrentándose a la cruda realidad de la guerra y sus consecuencias.

Impacto Personal: El trabajo como enfermera tuvo un profundo impacto en Daisy. Sus memorias, publicadas años después, relatan las experiencias traumáticas y conmovedoras que vivió en los hospitales y trenes. La exposición constante al sufrimiento y la muerte la marcó profundamente, pero también forjó en ella una resiliencia y una empatía aún mayores. Su compromiso con los heridos de guerra fue un testimonio de su carácter fuerte y su deseo genuino de aliviar el dolor, más allá de las fronteras nacionales o las lealtades políticas.

Daisy, Princesa de Pless, con pacientes a los que atendía           en la Gran Guerra en un Hospital de campaña.


En resumen, el rol de enfermera de Daisy, Princesa de Pless, fue mucho más que una ocupación noble; fue un servicio abnegado y personal en las condiciones más difíciles de la guerra, demostrando su compasión y fortaleza en un período de inmensa agitación.

Su posición como una "inglesa" casada con un "alemán" la puso en una situación delicada. Fue objeto de desconfianza por parte del pueblo alemán, que a menudo la acusaba de ser una espía debido a su origen británico. A pesar de estas acusaciones y las dificultades, ella continuó con su labor humanitaria. Su dedicación fue reconocida oficialmente, recibiendo la Cruz Roja Alemana y otras condecoraciones, como la Dama de la Orden de Teresa de Baviera y de la Orden de Isabel la Católica de España.

Después de la guerra, se divorció de su esposo en 1922. A lo largo de su vida, Daisy fue una reformadora social, introduciendo estaciones de leche pasteurizada para niños y fundando una escuela para niños discapacitados, además de organizar una cooperativa para tejedoras de encaje. Hacia el final de su vida, sufrió de esclerosis múltiple y usaba silla de ruedas. Publicó varias memorias que fueron bastante populares. Su vida terminó en una gran tragedia de enfermedad crónica, aislamiento social y pobreza. Falleció en 1943.

Daisy belleza de la sociedad inglesa, princesa alemana, anfitriona Internacional, reformadora social, luchadora por la paz, escritora y al final de su vida pobre y sola. 


Con esta impactante biografía, Daisy, fue muy conocida por sus memorias y diarios, que ofrecen una fascinante visión de su vida en la alta sociedad europea antes y durante la Primera Guerra Mundial, obras que no son ficción, sino relatos personales que documentan sus experiencias, observaciones y reflexiones.

Títulos de sus publicaciones:


"Daisy, Princess of Pless by herself", "Daisy, Princesa de Pless sola" (1928): Este fue su primer volumen de memorias y se convirtió en un éxito de ventas. En él, Daisy narra su vida desde su infancia en la alta sociedad británica, su matrimonio con el Príncipe de Pless y su entrada en la realeza alemana. Ofrece detalles íntimos sobre su vida personal, sus interacciones con figuras prominentes de la época, y su visión del mundo aristocrático. El libro fue notable por su franqueza y por las anécdotas que compartía, a menudo con un toque de humor y autoironía.


"From My Private Diary: Further Memories of Daisy, Princess of Pless","De mi diario privado: Más recuerdos de Daisy, princesa de Pless" (1931): Como su título indica, este libro profundiza en sus diarios personales, ofreciendo una perspectiva aún más íntima y a menudo sin filtros sobre los eventos que vivió. Aborda temas como sus intentos de promover la paz antes de la Primera Guerra Mundial, su trabajo como enfermera durante el conflicto y las dificultades que enfrentó debido a su origen inglés en Alemania.


"Better Left Unsaid", "Mejor no decirlo" (1931):: Este es otro volumen de sus memorias, que sigue en la línea de los anteriores, ofreciendo más recuerdos y reflexiones sobre su vida y el tumultuoso período de entreguerras.

La obra literaria de Daisy es valiosa por varias razones:

Perspectiva Histórica: Sus memorias son una fuente primaria excepcional para comprender la vida de la aristocracia europea a principios del siglo XX, así como las complejidades políticas y sociales que llevaron a la Primera Guerra Mundial y sus consecuencias. Ofrece una visión única desde dentro de los círculos de poder.

Visión de Género: Como mujer de su tiempo, sus escritos revelan los desafíos y las expectativas impuestas a las mujeres de su clase, al tiempo que demuestran su propia independencia de pensamiento y su espíritu progresista en áreas como la reforma social y su papel activo durante la guerra.

Estilo Personal: Daisy poseía un estilo de escritura directo y a menudo muy personal, lo que hacía que sus libros fueran atractivos para un público amplio. Su honestidad al relatar sus alegrías y tristezas, sus éxitos y sus fracasos, resonó con los lectores.

En resumen, la obra literaria de la Princesa Daisy de Pless consiste principalmente en sus memorias autobiográficas, las cuales no solo entretuvieron a sus contemporáneos, sino que también continúan siendo una fuente histórica y social importante para el estudio de una época de grandes cambios.


Más información y fuentes:

https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Pszczyna_Palace_2019_P11_Daisy,_Princess_of_Pless_as_sister_od_Red_Cross.jpg

https://es.wikipedia.org/wiki/Daisy_Cornwallis_West#Biograf%C3%ADa

https://theesotericcuriosa.blogspot.com/2009/10/portrait-of-lady.html

https://www.shutterstock.com/es/editorial/image-editorial/daisy-princess-pless-pictured-nurse-wounded-german-7665163uo?consentChanged=true


miércoles, 4 de junio de 2025

En recuerdo a las Brígidas de maternidad de antes.

Repasando fotos y otros recursos para posibles publicaciones, quien escribe de Divertimento, al ver la foto de la publicación ha recordado aquel tiempo, hace ya muchos años, cuando estudiaba y realizaba prácticas para graduarse en la profesión, en aquel Centro Hospitalario “clínica” había una Auxiliar de Enfermera, Brígida era su nombre, que era la encargada diariamente del baño de los recién nacidos que permanecían algún tiempo en la sala maternal, generalmente porque sus madres necesitaban atención sanitaria.

El baño de los bebés. 

Resultaba todo un espectáculo ver como manejaba a los RN y como explicaba lo que hacía. Otra de sus labores era, a petición de las madres de las niñas, hacer la perforación en el lugar perfecto del lóbulo de la oreja para los pendientes y dejarles el hilo quirúrgico para que no se volviera ha cerrar. Brígida era toda una institución en el Centro. Hoy día ha cambiado mucho el tipo de atención a las mamás y bebés.

Fuente de la foto:

https://ar.pinterest.com/pin/593841900850517934/


jueves, 29 de mayo de 2025

Enfermeras fumando. 1960. Países Bajos. 31 de mayo, día mundial sin tabaco

La foto está acompañada del comentario siguiente: De vez en cuando, la enfermera supervisora, había recibido tantos regalos, cigarrillos, chocolate, dulces, de pacientes agradecidos que nos reunía para que participáramos todas de unos minutos de relax y charla, y nos sentamos en el borde de la bañera con nuestra ropa de trabajo limpia y almidonada, no había otro espacio disponible y nos lo tomamos con una buena taza de té. La foto pasaría desapercibida en su tiempo, no llamaría la atención de nadie, hoy puede resultar imposible que sucediera y más aún en entornos sanitarios.   

 

Colaborador Irma Van Der Meulen - Año 1960.

Atención sanitaria Hospital St Joseph/ Eindhoven, Países Bajos

Publicado 06/03/2009.

A “Grosso modo” ciertos datos sobre el consumo de tabaco en algunos países hispanos:

En España, la prevalencia de tabaquismo ha disminuido, pero aún representa un problema de salud pública. En 2020, el 22,1% de la población adulta fumaba, un porcentaje que ha descendido desde el 38,4% en 1987. El 23,0% de la población de 15 años o más fuma a diario, el 2,4% es fumador ocasional y el 25,7% se declaraba exfumador. 

Población adulta:

El 23,0% fuma a diario. El 2,4% es fumador ocasional. 

El 25,7% es exfumador. El 49% nunca ha fumado. 

Por sexo: Los hombres tienen una mayor prevalencia de tabaquismo que las mujeres. El 27,6% de los hombres fuman a diario, mientras que el 18,6% de las mujeres fuman a diario. La franja de edad con mayor consumo de tabaco es la de entre 25 y 64 años. En 1987, el 38,4% de la población fumaba, mientras que en 2020 el 22,1%. 

 

En México, la prevalencia de tabaquismo en la población de 12 a 65 años es de aproximadamente 17.6%. Esto significa que cerca de 15 millones de personas en ese rango de edad son fumadores. Dentro de este grupo, los hombres tienen una prevalencia de tabaquismo significativamente mayor que las mujeres. Prevalencia por sexo: La Encuesta Global de Tabaquismo en Adultos (GATS) 2023 reveló que el 23.8% de los hombres y el 7.3% de las mujeres son fumadores actuales. Fumadores diarios vs. ocasionales: De los fumadores actuales, el 6.6% fuman diariamente y el 8.7% fuman ocasionalmente. 

 

En Argentina en 2024, la prevalencia del tabaquismo sigue siendo un problema de salud pública importante. Si bien la prevalencia general ha disminuido en comparación con años anteriores, aún afecta a una considerable parte de la población adulta. 

Prevalencia en adultos:

La prevalencia de consumo de tabaco (cigarrillos) en adultos fue del 23,1% en 2024, lo que demuestra una tendencia descendente desde 2005. 

Se ha observado una reducción significativa respecto a la edición del año 2013, donde la prevalencia fue del 25,8%. 

La prevalencia es mayor en los grupos de edad comprendidos entre los 25 y 64 años, siendo menor en el grupo de 65 y más años. 

El nivel socioeconómico también influye en la prevalencia, siendo mayor en los grupos con menor nivel de ingresos. 

Prevalencia en jóvenes:

La prevalencia del tabaquismo juvenil en Argentina es del 13,1%. 

Esta prevalencia se ha reducido en los últimos años, alcanzando su punto más bajo en 25 años. 

El consumo de cigarrillos electrónicos entre los jóvenes también ha aumentado. 

 Más información y fuentes:

https://www.eindhoveninbeeld.com/photodetail.php?id=19057

https://www.google.com/search?q=prevalencia+de+tabaquismo+en+espa%C3%B1a&rlz=1C1GCEU_esES1161ES1161&oq=incidencia+de+tabaquismo&gs_lcrp=EgZjaHJvbWUqCggCEAAYgAQYogQyBggAEEUYOTIICAEQABgWGB4yCggCEAAYgAQYogQyCggDEAAYgAQYogQyBwgEEAAY7wXSAQoxNzQ2MWowajE1qAIIsAIB8QU_xQUcQJzbCfEFP8UFHECc2wk&sourceid=chrome&ie=UTF-8

https://www.google.com/search?q=prevalencia+de+tabaquismo+en+mexico&sca_esv=1a884ab41b9b57e9&rlz=1C1GCEU_esES1161ES1161&sxsrf=AE3TifOgi7vo7YPJhYUobgZM5KryHTIyWw%3A1748183537524&ei=8SkzaMvoH-K-i-gPuc22mQc&oq=prevalencia+de+tabaquismo+en+&gs_lp=Egxnd3Mtd2l6LXNlcnAiHXByZXZhbGVuY2lhIGRlIHRhYmFxdWlzbW8gZW4gKgIIATIKECMYgAQYJxiKBTIFEAAYgAQyBhAAGBYYHjIGEAAYFhgeMgYQABgWGB4yBhAAGBYYHjIGEAAYFhgeMgYQABgWGB4yCBAAGIAEGKIEMggQABiABBiiBEiqQ1DWJFi6MnABeAGQAQCYAX6gAdAFqgEDMC42uAEByAEA-AEBmAIHoAKuBsICChAAGLADGNYEGEeYAwCIBgGQBgiSBwMxLjagB9UjsgcDMC42uAeZBsIHBTItMi41yAdO&sclient=gws-wiz-serp

https://www.google.com/search?q=prevalencia+de+tabaquismo+en+2024+argentina&sca_esv=1a884ab41b9b57e9&rlz=1C1GCEU_esES1161ES1161&sxsrf=AE3TifM4xvhT6RCdHwKsULr8c6waOoefCA%3A1748183727784&ei=ryozaIrQL5CAi-gPgM2ZkAg&ved=0ahUKEwjK4-Lw676NAxUQwAIHHYBmBoIQ4dUDCBA&uact=5&oq=prevalencia+de+tabaquismo+en+2024+argentina&gs_lp=Egxnd3Mtd2l6LXNlcnAiK3ByZXZhbGVuY2lhIGRlIHRhYmFxdWlzbW8gZW4gMjAyNCBhcmdlbnRpbmEyCBAAGIAEGKIEMggQABiABBiiBDIIEAAYgAQYogQyBRAAGO8FSLcuUIQPWOIjcAF4AJABAJgBtgGgAaEOqgEEMC4xNbgBA8gBAPgBAZgCDqACgA3CAgoQABiwAxjWBBhHmAMAiAYBkAYIkgcEMS4xM6AH3DqyBwQwLjEzuAf3DMIHBjItMTAuNMgHaA&sclient=gws-wiz-serp


viernes, 2 de mayo de 2025

El experimento Hofling. 1966

El experimento Hofling, llevado a cabo en 1966 por el psiquiatra Charles K. Hofling, es uno de los estudios más impactantes sobre la obediencia a la autoridad en contextos sanitario. Inspirado por los famosos experimentos de Stanley Milgram, Hofling diseñó este estudio para analizar cómo los profesionales de la salud, enfermeras en el caso que nos ocupa, reaccionan ante órdenes potencialmente peligrosas dadas por figuras de autoridad, incluso si estas órdenes van en contra de las normas y del sentido común.

El experimento evidenció lo vulnerable que puede ser el juicio profesional frente a la presión de la autoridad, especialmente en entornos jerárquicos como los hospitales.

Antecedentes históricos

La década de 1960 fue un período crucial para la psicología social, , marcado por investigaciones sobre el poder de la autoridad en las decisiones humanas. Stanley Milgram había demostrado, en 1961, cómo personas comunes podían cometer actos extremos bajo órdenes de una figura autoritaria, incluso si eso implicaba dañar a otros. Inspirado por estos hallazgos, Hofling quiso explorar cómo este fenómeno se manifestaba en un entorno realista y profesional: un hospital.

La elección del entorno no fue casual, los hospitales tienen una estructura jerárquica clara, en la que los médicos ocupaban posiciones de autoridad sobre las enfermeras, quienes se encargan de implementar las órdenes médicas. Hofling sospechaba que este sistema podría facilitar comportamientos acríticos ante instrucciones cuestionables.

Enfermera preparando medicación. Fuente Pinterest 

Diseño del experimento

El experimento se llevó a cabo en un hospital con enfermeras reales, quienes desconocían que estaban participando en un estudio. El procedimiento fue el siguiente:

Escenario planteado: Un médico ficticio (identificado como «Dr. Smith») llamó a la sala donde trabajaban las enfermeras y les pidió que administraran una dosis de un medicamento llamado Astroten a un paciente. Este medicamento no existía, pero fue presentado como parte del equipo habitual del hospital.

Instrucción problemática: El «Dr. Smith» solicitó una dosis que superaba significativamente el límite seguro indicado en la etiqueta del medicamento. Además, la orden iba en contra de las reglas del hospital, que prohibían administrar medicamentos sin una orden escrita.

Respuesta esperada: Según el protocolo médico y las reglas éticas, las enfermeras debían negarse a cumplir la orden, ya que era potencialmente peligrosa y no contaban con una orden médica legítima.

Registro de comportamiento: Los investigadores observaron si las enfermeras seguían la instrucción o se negaban a administrarla.

Resultados

Los resultados fueron sorprendentes y alarmantes:

De las 22 enfermeras participantes, 21 estuvieron dispuestas a cumplir la orden de administrar la dosis peligrosa, a pesar de que sabían que iba en contra de las normas del hospital.

Solo una enfermera se negó a obedecer, citando las reglas establecidas y el potencial daño al paciente como razones.

Estos resultados indicaron que la mayoría de las enfermeras estaban dispuestas a priorizar la obediencia a la autoridad sobre su propio juicio profesional y las normativas de seguridad.

Explicaciones y análisis

El experimento de Hofling reveló varios factores psicológicos que influyen en la obediencia en contextos jerárquicos:

1.     Confianza en la autoridad: Las enfermeras confiaban en que el «Dr. Smith», como figura médica, sabía lo que hacía, incluso si sus órdenes contradecían las reglas.

2.     Presión de rol: La estructura jerárquica del hospital reforzó la idea de que las enfermeras debían seguir las órdenes del médico, asumiendo un rol subordinado.

3.     Ambiente cotidiano: A diferencia de los experimentos de laboratorio, el estudio de Hofling se realizó en un entorno cotidiano, lo que hacía más probable que las enfermeras actuaran como lo harían normalmente, sin sospechar que estaban siendo observadas.

Impacto y aplicaciones prácticas

El experimento tuvo un profundo impacto en la comprensión de la ética médico/sanitaria y la obediencia profesional, con implicaciones en múltiples áreas:

Capacitación en salud: Los resultados subrayaron la necesidad de capacitar a los profesionales sanitarios para cuestionar órdenes que puedan poner en peligro la vida de los pacientes. Esto llevó a desarrollar programas que promueven el pensamiento crítico y la toma de decisiones autónoma en situaciones de riesgo.

Ética: Destacó la importancia de establecer sistemas que permitan a las enfermeras y otros profesionales cuestionar órdenes sin temor a represalias.

Psicología social: El estudio reforzó los hallazgos de Milgram y otros investigadores, mostrando que la obediencia a la autoridad no se limita a contextos experimentales, sino que también afecta decisiones en el mundo real.

Críticas y limitaciones

Aunque el experimento de Hofling ofreció valiosos conocimientos, también generó críticas:

Ética del estudio: Las enfermeras no dieron su consentimiento informado, lo que podría haberlas expuesto a estrés psicológico al descubrir que estuvieron dispuestas a cometer un error potencialmente mortal.

Generalización: Algunos críticos argumentaron que las condiciones del experimento no reflejaban con precisión todas las dinámicas de los entornos hospitalarios.

Cambios culturales: Los defensores del personal de enfermería señalaron que los resultados reflejaban una época en la que las enfermeras tenían menos autonomía en comparación con la actualidad.

Conclusión

El experimento de Hofling es un recordatorio contundente de cómo el poder de la autoridad puede influir en el comportamiento humano, incluso en entornos profesionales donde las decisiones tienen consecuencias graves. Más allá de sus implicaciones teóricas, este estudio subrayó la importancia de fomentar una cultura de seguridad y pensamiento crítico en el ámbito de la salud.

La investigación de Hofling sigue siendo relevante hoy en día, pues plantea preguntas sobre cómo equilibrar la obediencia y la responsabilidad personal en profesiones donde las decisiones pueden ser literalmente de vida o muerte. Al hacerlo, no solo enriquece la psicología social, sino también la ética y la práctica sanitaria.

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Desde 1966 a la actualidad tanto las leyes, normas, protocolos, etc., han cambiado tanto, no solo en España, para la profesión enfermera como para pacientes y para la sociedad en general, que posiblemente no se podría hacer un experimento de este tipo. Aunque Divertimento piensa que viene bien recordarlo y más después de los comentarios que han suscitado las dos últimas publicaciones. 

Más información y fuentes:

https://www.psiconetwork.com/el-experimento-del-monstruo-de-hofling/

https://www.simplypsychology.org/hofling-obedience.html

https://es.pinterest.com/pin/313703930314542933/