Sofía Casanova
(1861-1958) nació en la provincia de A Coruña el 30 de septiembre de 1861 en
una familia que se convirtió pronto en monoparental. Su madre la empujó a
escribir al descubrir su talento. Empezó con poesía y con algún poema publicado
en el Faro de Vigo. Se trasladaron a Madrid y todo
eclosionó, la joven gallega comenzó a frecuentar las tertulias literarias del
Marqués de Valmar, en la calle Cervantes, y de Ramón de Campoamor, que se convirtió
en su protector. También a escribir con más fuerza y durante más tiempo e
incluso convenció, a principios de 1885, al entonces rey Alfonso XII para que
financiara uno de sus poemarios. En uno de los salones donde se practicaba la
mundanidad conoció a su futuro marido, el filósofo polaco Wincenty Lutoslawski,
que andaba por esos lares recogiendo datos para un estudio sobre el pesimismo
en Europa y con quien se casaría muy joven, quedando ipso facto y en sus propias palabras “súbdita del
zar de Todas las Rusias”. Tuvo cuatro hijas y terminó repudiada por su marido,
que no le perdonaba no alumbrar un hijo varón que liberase a la oprimida
Polonia, en una réplica de la historia de su propia madre, abandonada por el
marido cuando Sofía y sus hermanos eran pequeños. Corresponsal de ABC durante medio siglo, sus crónicas, casi 600
entre 1914 y 1944, sorprenden por su agudeza, penetración, los detalles y el
colorido propios de un verdadero animal de la trinchera informativa. El estallido de la Gran Guerra le sorprendió en Varsovia junto a su marido y sus hijas. Tras ofrecerse voluntaria como enfermera para la Cruz Roja decidió escribir al periódico sobre lo que estaba viviendo, tras leer aquellas líneas, el director, Torcuato Luca de Tena, se apresuró a publicarlas y le ofreció un trabajo como corresponsal para Europa oriental, y fue el único personaje español que vivió en sus carnes la tragedia rusa y centroeuropea que prendió como una tea hasta llegar a las fronteras.

Sofía Casanova fue enfermera de la Cruz Roja y corresponsal de guerra
para el periódico ABC durante la Primera Guerra Mundial.
Fue corresponsal de ABC durante
medio siglo, sus crónicas, casi 600 entre 1914 y 1944, sorprenden por su
agudeza, penetración, los detalles y el colorido propios de un verdadero profesional de la trinchera informativa. Arrastrada por los acontecimientos, ejerció de
enfermera, madre feroz, superviviente y fue el único personaje español que
vivió en sus carnes la tragedia rusa y centroeuropea que prendió como una tea
hasta llegar a las fronteras. Permaneció en Varsovia un año desde su estallido, contando todo lo que veía en el hospital, criticando las armas químicas y avivando sus convicciones pacifistas. Así relató su experiencia con el primer paciente muerto:
"Tiene la cabeza destrozada y
sus manos se enfrían en mis manos. Me arrodillo y rezo por él, por los que no
han de verle más… Entra un pope y le bendice, muere entonces. He visto muchos
muertos y agonizantes después. Aquel primero es inolvidable y su recuerdo me
duele. No sé quién era; no sabrá nunca su madre cómo murió, que no murió
solo".
También contaba cómo estaban los heridos que llegaban a su hospital en 1915:
"¡Congestionadísimo el rostro, cárdenos, abrasados los labios, fríos los
pies, hinchada la garganta y el pecho, tosían, arrojaban sangre por la boca y
el estertor estremecía por momentos los cuerpos exánimes quemados por la
fiebre!".
El avance de las tropas alemanas y el miedo por su vida y la de
su familia le hizo comprar billetes de tren que les llevaron a Minsk, luego a
Moscú y más tarde a San Petersburgo. Fue en Rusia donde vivió cómo el mundo se
daba la vuelta. A su llegada, la dinastía Romanov ya estaba en declive y el
país se preparaba para la revolución. Ella siguió informando de todo lo que
ocurría en las páginas del ABC. Contó el
asesinato de Rasputín el 30 de enero de 1916. Vivió el Golpe
de Estado de Lenin y llegó
incluso a entrevistarse con Trotski. Durante
las revueltas en Rusia, Sofía recibió de forma accidental un golpe que le
produjo problemas de visión de los cuales nunca llegó a recuperarse del todo.
Foto coloreada con la aplicación Colorize por Divertimento.
Tras
un largo tiempo de silencio, su familia la llegaron a considerar muerta, volvió
con fuerza cuando en 1917 al estallar las revueltas rusas. Tras recibir un
golpe durante un tiroteo callejero perdió parte de su vista y reforzó su
entusiasmo. Al principio, la escritora y corresponsal recibió la revuelta con
alegría, el pueblo despertando ante un estado autoritario y absoluto.
"Fuerzas juveniles, risas de obreros van trazando las líneas del edificio
que ha de sustituir al desplomado, y van reuniendo los materiales, los mármoles
para que sólo albura tenga la Acrópolis de la libertad", escribe en esos
meses de 1917, pero la euforia no dura mucho. Poco tiempo después habló de
exceso de confianza por parte de esa juventud, de un "infantil
contento" y mencionó a los anarquistas y bolcheviques como los grandes
problemas de este cambio y los que no permitirán la libertad del pueblo.
"Los de Lenin son las bestias de la esclavitud convertidas en fieras
hambrientas. No saben nada del mundo, ni de los hombres ni de Dios. Se les
empujó a una revolución libertaria y utópica, que les entrega las tierras de
los ricos, y se les ha puesto armas en las torpes manos", escribiría.
Decidió
regresar a España en 1919, "casi ciega y en la miseria", pero como
una heroína. Su ciudad, A Coruña, y otras muchas gallegas le rindieron
homenaje. Además, en 1925 se le concedió la Gran Cruz de Alfonso XII y se la
propuso como candidata al Nobel de Literatura. Volvió a irse a Varsovia con su
familia y tardó en regresar a su ciudad casi veinte años. La última vez que
volvió fue a finales de 1938, durante la Guerra Civil, un viaje en el conoció a
Franco y en el que se mostró partidaria a su bando. Al volver a su casa
familiar, Polonia fue ocupada por los soviéticos y ella vivió como si se
encontrase en una cárcel. Así lo describió: "En la catástrofe de Varsovia
salimos de la casa ardiendo, habiendo perdido todo. Ni un retrato de mi madre
tengo, ni nada que hable de mí a mis nietos”. Vivió en aquel país el resto de
su vida. En una de sus últimas cartas escribió: "Os cansaréis descifrando
mi letra, pero sabed que desde que tuve los ojos heridos en Rusia escribo con
el brazo en el aire y la mano en un cartoncito, apoyada en la izquierda".
Pero no dejó nunca coger el bolígrafo. Murió en la ciudad de Poznan el 16 de
enero de 1958 con 97 años y como la primera mujer en cubrir un conflicto
completo. Como una de las grandes de su siglo.
Más información y fuentes;
https://www.agapea.com/libros/Sofia-Casanova-mito-y-literatura-9788445323977-i.htm
https://www.ahorasemanal.es/ilustres-excluidas-rosario-de-acuna-y-sofia-casanova
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/sofia-casanova-primera-corresponsal-guerra_15500
https://es.wikipedia.org/wiki/Sof%C3%ADa_Casanova
https://www.elindependiente.com/tendencias/cultura/2024/01/16/sofia-casanova-que-entrevisto-a-trotski-y-a-la-que-financio-alfonso-xii/