viernes, 28 de enero de 2022

Anécdotas de enfermeras. Best seller de Elisabeth G. Iborra.

Este libro surgió después de escribir un reportaje sobre la fuga de enfermeras españolas hacia países del extranjero en los que están mucho mejor remuneradas y valoradas porque consideran que su nivel de profesionalidad es más alto que el de sus propias enfermeras autóctonas. Las enfermeras entrevistadas me plantearon una serie de problemas que afectaban a toda la profesión en general en cuanto a sus condiciones laborales; pero en la conversación iban surgiendo las funciones y tareas intrínsecas a la enfermería. Y me parecieron tan desconocidas para la mayoría de la población que consideré interesante escribir un libro en el que recogiera las vicisitudes y la idiosincrasia de este oficio vocacional con el que todos, alguna vez en la vida, tenemos contacto.

Portada de la primera edición de "Anécdotas de enfermeras". 2009.

Las enfermeras se lamentan, por lo general, de que están infravaloradas, de que son ellas las que dan la cara ante los pacientes sirviendo como escudo del resto de los trabajadores del sistema sanitario al tiempo que asumen fuertes cargas y responsabilidades. Esto lo sufren a costa de su propia salud y precisamente por ello en muchas ocasiones no les queda más consuelo que tirar de su sentido del humor para reírse de sus propias miserias y de situaciones muy duras a las que se enfrentan de forma cotidiana, que las podrían dejar bastante trastocadas emocional y psicológicamente. Si a su capacidad de tomarse con cierta sorna e ironía su rutina se suma la cantidad de historias que es capaz de protagonizar el ser humano, y más aún en momentos críticos en los que el miedo y la preocupación superan a la lógica y al sentido común, el resultado es una ingente cantidad de anécdotas que forman el imaginario colectivo de la enfermería. Unas hilarantes, otras emotivas y tristes, muchas alucinantes, otras espeluznantes, ciertas escatológicas; algunas con final feliz y otras tantas con ese final que a nadie le agrada y que a las enfermeras les sigue apenando por mucho que estén acostumbradas. En múltiples casos, los sexuales sobre todo, cabría pensar que se trata de las típicas leyendas urbanas. Basta con seguir leyendo para comprobar que enfermeras y enfermeros de distintas partes de la Península cuentan casos muy similares sin conocerse en absoluto entre sí, reiterándose de manera tan sospechosa que resulta imposible dudar de su veracidad. En sus testimonios queda demostrado una vez más que las personas podemos hacer cualquier cosa, por exagerado que nos parezca desde fuera. Desde luego, todos los enfermeros entrevistados afirman que los pacientes y sus familiares nunca dejarán de sorprenderles, por mucha experiencia que tengan. E idéntica impresión le quedará al lector. Cuando parece que una historia es insuperable, llega otro profesional y cuenta una anécdota todavía más increíble. Si bien todas son ciertas, pues no hay ni el menor resquicio de duda de la seriedad de cada uno de los enfermeros interpelados. A pesar de que no pretende ser un libro graciosillo, porque la salud y el trabajo de este colectivo es muy relevante para la sociedad, es inevitable reírse en la mayoría de las entrevistas, sobre todo por el tono de los relatos de las y los protagonistas. Pero, además, se puede aprender mucho de ellos, conocer en profundidad la ayuda que nos pueden procurar y, ante todo, sería deseable que fomentara la empatía de los potenciales pacientes, para que la próxima vez que se encuentren en una consulta comprendan mejor la labor de la enfermera que les atiende. Por último, he de agradecer la colaboración, el tiempo y el esfuerzo de todos los consultados, y aclarar de nuevo que ellos no se ríen de los enfermos sino que intentan tomárselo todo un poco a la ligera para quitarle hierro a las tensiones que se les acumulan cada día, porque si no se volverían locos y pasarían a ser ellos los pacientes. Por eso conservan el anonimato de los enfermos y evitan dar detalles por los que sean reconocibles. (Texto del prologo de la primera edición)


Foto de su autora a la izquierda Elisabeth G. Iborra (1977, Zaragoza). Su familia procede de Andalucía. Con 23 años se licenció en Ciencias de la Información en la Universidad del País Vasco en Bilbao, y comenzó su carrera periodística en Radio Euskadi y el diario El Mundo del País Vasco. Posteriormente marchó a Cataluña y allí trabajó para Metro y El Mundo de Cataluña. Convertida en periodista independiente, ha trabajado para numerosos medios, como Metro, Agencia EFE, El Heraldo de Aragón, El Periódico de Cataluña, MAN, Woman, CNR o Primera Línea. Ha colaborado en RNE y en la Televisión Aragonesa. Todo ello le ha servido para emprender sus proyectos literarios con conocimientos muy variados que abarcan desde la cultura en general, a la sociología, la sexología, la psicología, la filosofía, la enogastronomía o la antropología. Como escritora, ha publicado 21 libros, entre ellos “Anécdotas de enfermeras” en formato papel y en audiolibro, también una nueva edición del ya bestseller motivo de nuestra publicación, ampliada con Emergencias que no creerás. La foto de la portada de la nueva edición aparece más abajo en nuestra página.


Parte de la entrevista a la autora publicada en el periódico “El Mundo” el 24 de noviembre 2020.

Elisabeth G. Iborra es periodista y, ¿Qué te llevó a escribir este libro?

Pues estaba haciendo un reportaje para El Periódico sobre la fuga de las enfermeras a Inglaterra y a Francia porque, dadas sus condiciones laborales y económicas aquí, les convenía más aceptar la invitación de esos países donde estaban mejor valoradas y les pagaban muchísimo mejor, incluso les procuraban el alojamiento y la manutención. Me fui a un hospital a entrevistar a las enfermeras portavoces de los sindicatos y me di cuenta de que, a pesar de la seriedad del asunto, tenían un sentido del humor privilegiado e intentaban relativizar contando anécdotas de las burradas que les pasaban de forma cotidiana.

¿Por qué pasarlo a audiolibro?

Es un formato que me encanta, me parece una apuesta por el futuro que deberíamos hacer la mayoría de los autores, porque nos permite llegar a muchas más personas que tal vez no pueden leer o no son muy fans de la lectura y, en cambio, si le narras un libro al oído lo disfrutan y, de paso, también aprenden. Partiendo de la base de que, con todos los libros, tanto los autores como los lectores siempre aprendemos algo, en este caso, espero que sea a valorar el trabajo de los demás.

Cuéntanos esa anécdota que no has incluido ni en la versión ampliada.

Pues la última que me han contado es de una madre que fue recientemente con su hijo al ambulatorio y exigió que se le hiciera una prueba PCR porque el niño tenía gusanitos en el ano. ¡Una PCR para una infección infantil supercomún!

¿Alguna anécdota personal?

Bueno, para la versión ampliada con anécdotas de emergencias, yo estuve trabajando directamente con los equipos de Suma, DIA, Cruz Roja, las ambulancias de urgencias, etc. Y viví con ellos cantidad de anécdotas y barbaridades de todo tipo, como agredir a los sanitarios que les estaban cuidando y curando, que eso está más feo que pegarle a un padre; pedirles un tampón, subirse encima de la ambulancia...

 ¿Te han llegado anécdotas a través de redes sociales o firmas de libros?

Si hay algo que jamás dejará de asombrarme es que, en todas las firmas de libros, o cada vez que hablo con enfermeros y enfermeras o médicos y doctoras, siempre me sorprenden con alguna anécdota nueva que todavía nadie me había contado, y eso que llevo cientos de entrevistas y tres libros al respecto. El ser humano no tiene límites.

¿Notas que ha cambiado la percepción de los españoles con respecto a los sanitarios, y en especial hacia las enfermeras?

Me parece que, de repente, se han dado cuenta de que existían y de que se merecen que les respeten (o más bien concedan de una vez) aquellas reivindicaciones laborales por las cuales fui a entrevistarlas hace 12 años. Me gustaría que no se les olvidase todo el esfuerzo que el gremio sanitario está haciendo por toda la población y que, en las próximas elecciones, votaran en consecuencia, sin apoyar a los partidos que han ejecutado todos los recortes en la sanidad pública y la han abocado a la carencia de recursos, presupuesto y profesionales con la que nos hemos encontrado durante la pandemia


¿La última vez que te has reído?

A todas horas. Supongo que conecté con las enfermeras precisamente porque me tomo la vida con bastante alegría, vengan como vengan dadas. Eso lo aplico siempre a mis libros, porque creo que la letra con humor entra, no con sangre, pues no hace falta sufrir, que la vida ya nos va a dar los golpes que nos tenga que dar. Creo que esa es la misma línea en la que van los sanitarios, puesto que tienen muy presente el dolor, la enfermedad y la muerte; y eso siempre hay que compensarlo con buenas dosis de felicidad.

¿Hay que mantener el sentido del humor incluso en los momentos más duros de la vida?

Sobre todo en los duros. Me parece que, en la coyuntura en la que estamos viviendo, es imprescindible el humor, reírse, compartir risas y tomarse las cosas un poquito menos a la tremenda, dándole importancia a lo que verdaderamente la tiene, que son los afectos.


Más información y fuentes: 

https://www.casadellibro.com/libro-anecdotas-de-enfermeras/9788483469606/1251407 https://www.elmundo.es/yodona/lifestyle/2020/11/23/5fbb8536fc6c83f15e8b45f1.html

https://www.lecturalia.com/autor/3105/elisabeth-g-iborra

https://mobile.twitter.com/elisabethiborra

https://www.enfermeria21.com/diario-dicen/anecdotas-de-enfermeras-un-libro-que-ofrece-curiosidades-del-trabajo-diario-realizado-por-estas-profesionales-DDIMPORT-035819/



lunes, 17 de enero de 2022

Niño con viruela negra en brazos de una enfermera. Polonia 1963

Las enfermedades infecto-contagiosas nos acompañan desde la noche de los tiempos, muertes, perdidas, confinamientos, y así hasta la actualidad con vacunaciones, controles y certificados como las que vivimos con el coronavirus actual se repiten y seguirá sucediendo; solo cambia el contexto histórico, sistema político-social, sistema de salud, etc. La que recordamos con la foto de hoy fue en 1963, con la última epidemia de viruela en Polonia y una de las últimas en Europa. El 25 de mayo de 1963, el Teniente Bonifacy Jedynak, subcomandante de seguridad pública en Wrocław, regresó de un viaje de negocios en India. Unos días después se sintió mal. Tenía escalofríos, dolores musculares, fiebre, extrañas lesiones faciales y "erupciones parecidas a la rubéola" en el pecho. El 2 de junio fue al hospital del Ministerio del Interior, y se le diagnosticó “erróneamente” malaria, dos semanas después, fue dado de alta. Las consecuencias de esta decisión resultaron ser trágicas.

Enfermera con niño con viruela. Wrocław, Polonia 1963
Foto coloreada por Divertimento con la aplicación Colorize.

El encargado de limpiar la habitación del aislamiento de Jedynak cayó enfermo y contagió a su hija, una enfermera que, antes de tener síntomas de la enfermedad, participó en la organización de la boda de un familiar y tuvo contacto con un amplio número de personas. Se sospechaba una fuerte alergia a un antibiótico y una leucemia de rápida progresión y murió a los pocos días. No se tomaron medidas preventivas, incluso cuando pronto llegaron más pacientes al hospital con síntomas similares, entre ellos el médico que atendió a la enfermera.


Niños aislados por contacto con infectados de viruela al cuidado de enfermeras. Wrocław, Polonia 1963

No se acertó en el diagnóstico correcto hasta que un niño de cuatro años fue hospitalizado con una erupción. Ya había tenido varicela antes, por lo que quedó claro que se trataba de síntomas de una enfermedad no identificada. Fue entonces cuando se le diagnosticó viruela. La noticia de que tenemos viruela en la ciudad fue un verdadero shock y entonces empezó la psicosis”, recuerda el Dr. Michał Sobków, que en el verano de 1963 estaba de servicio como médico de inspección en el servicio de ambulancias de Wrocław. El 15 de julio se anunció una emergencia anti-epidémica y dos días después, el estado de la epidemia. Al mismo tiempo, se lanzó una acción masiva de vacunación obligatoria, incluso en caso de contraindicaciones.

Enfermeras en la campaña de vacunación comunitaria.
 Wrocław, Polonia 1963

Las multas ascendían hasta cuatro veces el suelo mensual o arresto de tres meses. Por rechazar el tratamiento e infectar a otras personas, hasta 15 años de prisión. Era obligatorio llevar consigo la cartilla de vacunación vigente en cada situación. Wrocław quedó aislada del resto del país por un cordón sanitario. Todas las actividades se denominaron “Acción VV” por las primeras letras del nombre latino de la enfermedad: Variola vera. Los eventos masivos fueron cancelados. Los sospechosos de tener contacto con los enfermos fueron aislados. Las manijas de las puertas, así como las ventanas de las taquillas, estaban envueltas con vendas empapadas en desinfectante. Se desinfectaron las manos con la misma sustancia y se colocaron esterillas de paja empapadas con desinfectante frente a las entradas de los edificios. Se hicieron llamados para no viajar a lugares donde se reunieran muchas personas, en vacaciones, campamentos de verano, etc. Muchos habitantes de Wrocław tuvieron que anular sus viajes y otros eventos. Y los carteles con la frase “Nos saludamos y nos despedimos sin darnos la mano”.

Enfermeras vacunando en la campaña comunitaria antiviruela.
 Wrocław, Polonia 1963

A pesar de las precauciones tomadas, la viruela se extendió a otras cinco provincias, pero no causó una epidemia en ellas. La OMS predijo que duraría dos años, 2.000 personas enfermarían y 200 morirían. Afortunadamente, estas predicciones no se cumplieron, vemos como vaticinios del mentado organismo y su falta de acierto viene de lejos. El 10 de septiembre de 1963 se registró el último caso de la enfermedad y el 19 de septiembre se anunció el fin de la epidemia con un balance de 99 personas infectadas de las que siete fallecieron, una de ellas la enfermera mentada.

  

Breve reseña sobre la viruela:
La historia de la viruela ocupa una posición única en la salud humana y la medicina. La viruela es una de las enfermedades más mortales que conocen los humanos, y también es la única enfermedad que ha sido erradicada con la vacunación. Los síntomas de una infección típica de viruela comenzaban con una fiebre y un letargo de unas dos semanas después de haber estado expuesto al virus Variola major. Otros síntomas comunes eran: dolor de cabeza, dolor de garganta y vómito. En unos cuantos días, aparecían erupciones elevadas en la cara y el cuerpo, se formaban llagas dentro de la boca, la garganta y la nariz, y también crecían pústulas llenas de líquido; en algunos casos, estas pústulas se unían entre sí y abarcaban grandes zonas de la piel. Aproximadamente a la tercera semana de la enfermedad, se formaban costras que se separaban de la piel. El virus Variola minor provocaba una forma de viruela similar, pero mucho menos grave. La viruela se transmitía por un contacto cercano con las llagas o las gotitas emitidas por la respiración de una persona infectada. La ropa de cama o prendas de vestir contaminadas también podían transmitir la enfermedad. Un paciente seguía siendo infectocontagioso, hasta que la última costra se separaba de la piel. Por lo general, en la segunda semana de la infección morían aproximadamente un 30% de los casos de viruela del tipo Variola major. La mayoría de los sobrevivientes conservaba cierto grado de cicatrización permanente, que también podía ser extenso. Igualmente, podían surgir otras deformidades, como la pérdida de tejido labial, nasal y cartilaginoso, como resultado de las costras en las córneas, la persona infectada podía quedar ciega. La Variola minor era menos grave y provocaba menos estragos y muerte entre los infectados. Algunos cálculos indican que las muertes por viruela a nivel mundial durante el siglo XX sumaron más de 300 millones.

Más información y fuentes: 

https://historiamniejznanaizapomniana.wordpress.com/2018/07/17/55-lat-temu-we-wroclawiu-wybuchla-epidemia-ospy-prawdziwej/

https://tygodnik.polsatnews.pl/news/2021-01-23/kiedys-bano-sie-zbydlecenia-dzis-mikroczipow/

https://pictolic.com/es/article/40-fotos-de-archivo-que-pueden-cambiar-su-visin-del-pasado

https://krakow.ipn.gov.pl/pl4/edukacja/przystanek-historia/95166,Witamy-sie-i-zegnamy-bez-podawania-rak-Epidemie-w-PRL.html

http://es.wikipedia.org/wiki/Viruela 

viernes, 7 de enero de 2022

"La dama de la lámpara".

Florence Nightingale generalmente es aceptada como la primera enfermera en "sentido moderno", de gran influencia en el desarrollo de la profesión en el siglo pasado, se hizo famosa por su participación en la Guerra de Crimea, en la que el Imperio Ruso luchaba contra el Turco Otomano, que contó con el apoyo de Gran Bretaña, Francia y el Piamonte. Como es extensamente conocido, ella cuidaba y vigilaba a los heridos británicos en un enorme hospital de campaña, de día y de noche, donde lo recorría con la ayuda de la luz de una lámpara de aceite. Fue motivo de reconocimiento por parte de las autoridades británicas, por la prensa y diversos artistas de su tiempo quedando plasmada en pinturas y litografías como es el caso que nos ocupa "La dama de la lámpara", o "Florence Nightingale en el hospital de Scutari", que tuvo tanto éxito, que se vendieron miles de litografías del cuadro dentro y fuera de su país. La obra está marcada por el estilo neoclásico de su autora Henrietta Rae, dónde resalta la idealización de la figura de Nightingale.

"Florence Nightingale en el hospital de Scutari". Henrietta Rae. 1854

Henrietta Rae, la primera mujer en exhibir pinturas de desnudos en la Royal Academy, nació el 30 de diciembre de 1859, en Hammersmith, Inglaterra, y murió en Upper Norwood, Londres, el 26 de enero de 1928. Cuando era niña, Rae recibió educación artística desde muy pequeña, ya que su madre esperaba de ella una carrera musical, mientras que ella prefirió decantarse por la pintura.

Sus influencias pictóricas, las adquirió, principalmente, en la Royal Academy y relacionándose con pintores amigos suyos, anteriormente maestros o compañeros que fue conociendo, el que más la marcó fue el pintor neerlandés de estilo neoclásico L. Alma-Tadema, que la impresionó desde el mismo momento que lo conoció, debió convencerla, además de enseñarla, de sus posibilidades a la hora de pintar grandes obras de temática clásica, greco-romana.  La calidad de su pintura hizo que pronto se ganara el reconocimiento, sobre todo por los temas clásicos de sus obras y sus significados alegóricos. En 1884 contrajo matrimonio con el artista Ernest Norman, padre de sus dos hijos, pero no cambió su apellido en parte para mantener la reputación que ya había adquirido como artista, de hecho en ese mismo año su obra “Lancelot y Elaine” tuvo un gran reconocimiento por parte de la Royal Academy, y también por ser defensora del movimiento feminista. En 1890la familia viajó a París donde estudió en la Académie Julian, que admitía a mujeres.​ En 1894 expuso “Psique ante el Trono de Venus” en la Royal Academy, que fue considerada una obra de arte seria y acabaría siendo comprada por el coleccionista de arte George McCulloch. En  1897 organizó una exposición exclusivamente de artistas femeninas haciéndola coincidir con el aniversario de la reina Victoria.

La vida de Henrietta, como artista y también como defensora del derecho al voto de las mujeres, y su apoyo a otras artistas menos conocidas que ella, se recogió en un libro autobiográfico publicado en 1905 y que, en su momento, tuvo bastante éxito y buena aceptación.

Más información y fuentes:

https://victorianweb.org/painting/rae/devereux.html

https://es.wikipedia.org/wiki/Henrietta_Rae

http://lacaidadeconstantinopla2.blogspot.com/2016/03/henrietta-rae-vision-romantica-de-la.html