Este libro surgió después de escribir un reportaje sobre la fuga de enfermeras españolas hacia países del extranjero en los que están mucho mejor remuneradas y valoradas porque consideran que su nivel de profesionalidad es más alto que el de sus propias enfermeras autóctonas. Las enfermeras entrevistadas me plantearon una serie de problemas que afectaban a toda la profesión en general en cuanto a sus condiciones laborales; pero en la conversación iban surgiendo las funciones y tareas intrínsecas a la enfermería. Y me parecieron tan desconocidas para la mayoría de la población que consideré interesante escribir un libro en el que recogiera las vicisitudes y la idiosincrasia de este oficio vocacional con el que todos, alguna vez en la vida, tenemos contacto.
Las enfermeras se lamentan, por lo general, de que están infravaloradas, de que son ellas las que dan la cara ante los pacientes sirviendo como escudo del resto de los trabajadores del sistema sanitario al tiempo que asumen fuertes cargas y responsabilidades. Esto lo sufren a costa de su propia salud y precisamente por ello en muchas ocasiones no les queda más consuelo que tirar de su sentido del humor para reírse de sus propias miserias y de situaciones muy duras a las que se enfrentan de forma cotidiana, que las podrían dejar bastante trastocadas emocional y psicológicamente. Si a su capacidad de tomarse con cierta sorna e ironía su rutina se suma la cantidad de historias que es capaz de protagonizar el ser humano, y más aún en momentos críticos en los que el miedo y la preocupación superan a la lógica y al sentido común, el resultado es una ingente cantidad de anécdotas que forman el imaginario colectivo de la enfermería. Unas hilarantes, otras emotivas y tristes, muchas alucinantes, otras espeluznantes, ciertas escatológicas; algunas con final feliz y otras tantas con ese final que a nadie le agrada y que a las enfermeras les sigue apenando por mucho que estén acostumbradas. En múltiples casos, los sexuales sobre todo, cabría pensar que se trata de las típicas leyendas urbanas. Basta con seguir leyendo para comprobar que enfermeras y enfermeros de distintas partes de la Península cuentan casos muy similares sin conocerse en absoluto entre sí, reiterándose de manera tan sospechosa que resulta imposible dudar de su veracidad. En sus testimonios queda demostrado una vez más que las personas podemos hacer cualquier cosa, por exagerado que nos parezca desde fuera. Desde luego, todos los enfermeros entrevistados afirman que los pacientes y sus familiares nunca dejarán de sorprenderles, por mucha experiencia que tengan. E idéntica impresión le quedará al lector. Cuando parece que una historia es insuperable, llega otro profesional y cuenta una anécdota todavía más increíble. Si bien todas son ciertas, pues no hay ni el menor resquicio de duda de la seriedad de cada uno de los enfermeros interpelados. A pesar de que no pretende ser un libro graciosillo, porque la salud y el trabajo de este colectivo es muy relevante para la sociedad, es inevitable reírse en la mayoría de las entrevistas, sobre todo por el tono de los relatos de las y los protagonistas. Pero, además, se puede aprender mucho de ellos, conocer en profundidad la ayuda que nos pueden procurar y, ante todo, sería deseable que fomentara la empatía de los potenciales pacientes, para que la próxima vez que se encuentren en una consulta comprendan mejor la labor de la enfermera que les atiende. Por último, he de agradecer la colaboración, el tiempo y el esfuerzo de todos los consultados, y aclarar de nuevo que ellos no se ríen de los enfermos sino que intentan tomárselo todo un poco a la ligera para quitarle hierro a las tensiones que se les acumulan cada día, porque si no se volverían locos y pasarían a ser ellos los pacientes. Por eso conservan el anonimato de los enfermos y evitan dar detalles por los que sean reconocibles. (Texto del prologo de la primera edición)
Foto de su autora a la izquierda Elisabeth G. Iborra (1977, Zaragoza).
Su familia procede de Andalucía. Con 23 años se licenció en Ciencias de
la Información en la Universidad del País Vasco en Bilbao, y comenzó su carrera
periodística en Radio Euskadi y el diario El Mundo del País Vasco.
Posteriormente marchó a Cataluña y allí trabajó para Metro y El
Mundo de Cataluña. Convertida en periodista independiente, ha trabajado para
numerosos medios, como Metro, Agencia EFE, El Heraldo de Aragón, El
Periódico de Cataluña, MAN, Woman, CNR o Primera Línea. Ha colaborado en RNE y
en la Televisión Aragonesa. Todo ello le ha servido para emprender sus
proyectos literarios con conocimientos muy variados que abarcan desde la
cultura en general, a la sociología, la sexología, la psicología, la filosofía,
la enogastronomía o la antropología. Como escritora, ha
publicado 21 libros, entre ellos “Anécdotas de enfermeras” en formato papel y
en audiolibro, también una nueva edición del ya bestseller motivo de nuestra
publicación, ampliada con Emergencias que no creerás. La foto de la portada de la nueva edición aparece más abajo en nuestra página.
Parte de la entrevista a la autora publicada en el periódico “El Mundo” el 24 de noviembre 2020.
Elisabeth G. Iborra es periodista y, ¿Qué te llevó a escribir
este libro?
Pues estaba haciendo un
reportaje para El Periódico sobre la fuga de las enfermeras a Inglaterra y a
Francia porque, dadas sus condiciones laborales y económicas aquí, les convenía
más aceptar la invitación de esos países donde estaban mejor valoradas y les
pagaban muchísimo mejor, incluso les procuraban el alojamiento y la manutención.
Me fui a un hospital a entrevistar a las enfermeras portavoces de los
sindicatos y me di cuenta de que, a pesar de la seriedad del asunto, tenían un
sentido del humor privilegiado e intentaban relativizar contando anécdotas de
las burradas que les pasaban de forma cotidiana.
¿Por qué pasarlo a audiolibro?
Es un formato que me
encanta, me parece una apuesta por el futuro que deberíamos hacer la mayoría de
los autores, porque nos permite llegar a muchas más personas que tal vez no
pueden leer o no son muy fans de la lectura y, en cambio, si le narras un libro
al oído lo disfrutan y, de paso, también aprenden. Partiendo de la base de que,
con todos los libros, tanto los autores como los lectores siempre aprendemos
algo, en este caso, espero que sea a valorar el trabajo de los demás.
Cuéntanos esa anécdota que no has incluido ni en la versión ampliada.
Pues la última que me
han contado es de una madre que fue recientemente con su hijo al ambulatorio y
exigió que se le hiciera una prueba PCR porque el niño tenía gusanitos en el
ano. ¡Una PCR para una infección infantil supercomún!
¿Alguna anécdota personal?
Bueno, para la versión
ampliada con anécdotas de emergencias, yo estuve trabajando directamente con
los equipos de Suma, DIA, Cruz Roja, las ambulancias de urgencias, etc. Y viví
con ellos cantidad de anécdotas y barbaridades de todo tipo, como agredir a los
sanitarios que les estaban cuidando y curando, que eso está más feo que pegarle
a un padre; pedirles un tampón, subirse encima de la ambulancia...
¿Te han llegado anécdotas a través de redes sociales o firmas de
libros?
Si hay algo que jamás
dejará de asombrarme es que, en todas las firmas de libros, o cada vez que
hablo con enfermeros y enfermeras o médicos y doctoras, siempre me sorprenden
con alguna anécdota nueva que todavía nadie me había contado, y eso que llevo
cientos de entrevistas y tres libros al respecto. El ser humano no tiene
límites.
¿Notas que ha cambiado la percepción de los españoles con respecto a los
sanitarios, y en especial hacia las enfermeras?
Me parece que, de
repente, se han dado cuenta de que existían y de que se merecen que les
respeten (o más bien concedan de una vez) aquellas reivindicaciones laborales
por las cuales fui a entrevistarlas hace 12 años. Me gustaría que no se les
olvidase todo el esfuerzo que el gremio sanitario está haciendo por toda la
población y que, en las próximas elecciones, votaran en consecuencia, sin
apoyar a los partidos que han ejecutado todos los recortes en la sanidad
pública y la han abocado a la carencia de recursos, presupuesto y profesionales
con la que nos hemos encontrado durante la pandemia
¿La última vez que te has reído?
A todas horas. Supongo
que conecté con las enfermeras precisamente porque me tomo la vida con bastante
alegría, vengan como vengan dadas. Eso lo aplico siempre a mis libros, porque
creo que la letra con humor entra, no con sangre, pues no hace falta sufrir,
que la vida ya nos va a dar los golpes que nos tenga que dar. Creo que esa es
la misma línea en la que van los sanitarios, puesto que tienen muy presente el
dolor, la enfermedad y la muerte; y eso siempre hay que compensarlo con buenas
dosis de felicidad.
¿Hay que mantener el sentido del humor incluso en los momentos más duros de la vida?
Sobre todo en los
duros. Me parece que, en la coyuntura en la que estamos viviendo, es imprescindible
el humor, reírse, compartir risas y tomarse las cosas un poquito menos a la
tremenda, dándole importancia a lo que verdaderamente la tiene, que son los
afectos.
Más información y fuentes:
https://www.casadellibro.com/libro-anecdotas-de-enfermeras/9788483469606/1251407
https://www.elmundo.es/yodona/lifestyle/2020/11/23/5fbb8536fc6c83f15e8b45f1.html
https://www.lecturalia.com/autor/3105/elisabeth-g-iborra
https://mobile.twitter.com/elisabethiborra
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