Las enfermedades infecto-contagiosas nos acompañan desde la noche
de los tiempos, muertes, perdidas, confinamientos, y así hasta la actualidad
con vacunaciones, controles y certificados como las que vivimos con el
coronavirus actual se repiten y seguirá sucediendo; solo cambia el contexto
histórico, sistema político-social, sistema de salud, etc. La que recordamos
con la foto de hoy fue en 1963, con la última epidemia de viruela en Polonia y
una de las últimas en Europa. El 25 de mayo de 1963, el Teniente Bonifacy
Jedynak, subcomandante de seguridad pública en Wrocław, regresó de un viaje de
negocios en India. Unos días después se sintió mal. Tenía
escalofríos, dolores musculares, fiebre, extrañas lesiones faciales y
"erupciones parecidas a la rubéola" en el pecho. El 2 de junio
fue al hospital del Ministerio del Interior, y se le diagnosticó “erróneamente”
malaria, dos semanas después, fue dado de alta. Las consecuencias de esta
decisión resultaron ser trágicas.
No se acertó en el diagnóstico correcto hasta que un niño de cuatro años fue hospitalizado con una erupción. Ya había tenido varicela antes, por lo que quedó claro que se trataba de síntomas de una enfermedad no identificada. Fue entonces cuando se le diagnosticó viruela. La noticia de que tenemos viruela en la ciudad fue un verdadero shock y entonces empezó la psicosis”, recuerda el Dr. Michał Sobków, que en el verano de 1963 estaba de servicio como médico de inspección en el servicio de ambulancias de Wrocław. El 15 de julio se anunció una emergencia anti-epidémica y dos días después, el estado de la epidemia. Al mismo tiempo, se lanzó una acción masiva de vacunación obligatoria, incluso en caso de contraindicaciones.
Las multas ascendían
hasta cuatro veces el suelo mensual o arresto de tres meses. Por rechazar
el tratamiento e infectar a otras personas, hasta 15 años de prisión. Era
obligatorio llevar consigo la cartilla de vacunación vigente en cada situación.
Wrocław quedó aislada del resto del país por un cordón sanitario. Todas
las actividades se denominaron “Acción VV” por las primeras letras del nombre
latino de la enfermedad: Variola vera. Los eventos masivos fueron
cancelados. Los sospechosos de tener contacto con los enfermos fueron aislados. Las
manijas de las puertas, así como las ventanas de las taquillas, estaban
envueltas con vendas empapadas en desinfectante. Se desinfectaron las
manos con la misma sustancia y se colocaron esterillas de paja empapadas con
desinfectante frente a las entradas de los edificios. Se hicieron llamados
para no viajar a lugares donde se reunieran muchas personas, en vacaciones,
campamentos de verano, etc. Muchos habitantes de Wrocław tuvieron que anular
sus viajes y otros eventos. Y los carteles con la frase “Nos saludamos y nos
despedimos sin darnos la mano”.
A pesar de las precauciones tomadas, la viruela se extendió a otras cinco provincias, pero no causó una epidemia en ellas. La OMS predijo que duraría dos años, 2.000 personas enfermarían y 200 morirían. Afortunadamente, estas predicciones no se cumplieron, vemos como vaticinios del mentado organismo y su falta de acierto viene de lejos. El 10 de septiembre de 1963 se registró el último caso de la enfermedad y el 19 de septiembre se anunció el fin de la epidemia con un balance de 99 personas infectadas de las que siete fallecieron, una de ellas la enfermera mentada.
Más información y fuentes:
https://tygodnik.polsatnews.pl/news/2021-01-23/kiedys-bano-sie-zbydlecenia-dzis-mikroczipow/
https://pictolic.com/es/article/40-fotos-de-archivo-que-pueden-cambiar-su-visin-del-pasado
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