martes, 26 de mayo de 2020

La jeringa de Letitia Mumford Geer.


Todos conocemos las jeringas de uso sanitario, con algunas diferencias y tamaños, consiste en un cilindro con una boquilla y un pistón para inyectar o extraer fluidos. Pero como en todo se necesita imaginación, creatividad y decisión.
Por ejemplo, hasta finales del siglo XIX, para uso rectal era necesario que otra persona administrara el contenido presionando el pistón con una mano y con la otra sosteniendo el cilindro, usando para ello las dos manos.
Si bien es cierto que antes ya se usaban otras jeringuillas de tipo más rudimentario, la innovación de su nuevo modelo, al poder usarse con una sola mano, facilitaba mucho el trabajo del profesional sanitario. La cuestión de cómo inyectar sustancias en el cuerpo humano, medicamentos, o de cómo sustraer fluidos corporales para analizarlas, quedó solventada a partir de 1899 gracias a la jeringa de esta inventora.


Letitia Mumford Geer, 1853-1935, una enfermera estadounidense, nacida en Nueva York, solicitó registrar una patente de una jeringa con una particularidad, la de poder usarse con una sola mano y que contiene piezas de vidrio.
En su presentación, incluyó distintos dibujos junto al pedido de la patente, desde un ejemplo de cómo manipular la jeringa hasta una descripción del objeto. Explicó cómo funcionaba, qué sucedía con el líquido. “El dispositivo es muy simple y barato”, aseguró. Incluso aclaró: “La forma puede variar hasta cierto punto sin eliminar el espíritu de mi invento. Dos testigos firmaron el pedido, Hubbard W. Mitchell y Eugene Frederick Hoyt. El 11 de abril de 1899 le fue concedida la patente.
Gracias a esta invención de Letitia cambió el concepto de tratamiento mediante el uso de una jeringa, pues a partir de ese modelo se han desarrollado también otros más.
La patente con número de publicación 'US622848A' describe una jeringa que incluye un cilindro, un vástago, un mango y una boquilla. El cilindro está adaptado para llenarse con el medicamento y el pistón está adaptado para funcionar dentro y fuera del cilindro. El vástago del pistón está integrado con el mango en forma de U. y se dobla sobre sí mismo para formar un brazo liso y rígido que termina en un mango, que a su vez está ubicado al alcance de los dedos de la mano en posiciones extremas, lo que permite que una mano sostenga y manipule funcionalmente la jeringa. Se proporciona una extensión de gancho en el extremo libre para evitar que la mano se deslice por el brazo rígido.
El funcionamiento de la jeringa, como se indica en la solicitud de patente, es el siguiente: el operador inserta la boquilla en el recto y sujeta el cilindro colocando los dedos de la misma mano en el brazo rígido del mango. El mango está en una posición distal del cilindro antes de inyectar el fluido o medicamento. La extensión evita que los dedos se deslicen del brazo rígido. El mango se puede colocar en una posición próxima al cilindro mientras se inyecta el medicamento con el uso de una mano, lo que permite al operador usar la jeringa sobre sí mismo sin la ayuda de un asistente.

lunes, 18 de mayo de 2020

Enfermera leyendo una carta a un paciente cuyos ojos están vendados.

La escena refleja el momento emotivo en el un paciente recibe la información de sus familiares o conocidos, en primer plano una enfermera turca, con uniforme y brazalete con la media luna roja, tras ella atentamente el paciente encamado está pendiente de la lectura, un ventanal da luz dejando ver el paisaje, y arriba en la parte central, presidiendo la escena, un cuadro con un párrafo del Corán, escrito en grafía árabe ya que por aquellas fechas aún el turco no había adoptado los signos latinos. 

Esta imagen la utiliza en su blog The University of Sheffield del Reino Unido dentro de área que denomina Medical Humanities Sheffield (MHS)
Y en la que acoge con beneplácito la participación de personas de todas las disciplinas y áreas con un interés común en la comunicación y el lenguaje relacionados con la salud y la atención social.
El propósito del tema es desarrollar una colaboración interdisciplinaria, con el objetivo de que esto pueda conducir a la financiación de nuevas áreas de investigación y enfoques interesantes para la investigación.
Por ello dice que “Nuestra misión fundamental es localizar, comprender y privilegiar lo que es ser 'humano”.

Enfermera leyendo una carta a un al paciente cuyos ojos están vendados. Wellcome Library, Londres. Publicado aproximadamente en 1930. Wellcome Images. Derechos de autor: licencia Creative Commons Attribution only CC BY 4.0.


La imagen es un claro reflejo de que el cuidado trasciende las fronteras, los pueblos, las culturas, es universal y consustancial al ser humano. Por otro lado la imagen, recuerda a Divertimento que, durante años al tocar en clase la teoría de los cuidados de Virginia Henderson, haciendo un pequeño recorrido por sus obras y puntos significativos de su aportación al desarrollo de la profesión, en concreto su obra “La naturaleza de la Enfermería. Reflexiones 25 años después", en la que, entre otras muchas reflexiones, la autora, expresa con frases sencillas lo que entendía que debía ser la enfermera, al hablar de su función de sustituto de lo que le falta al paciente para que se sienta completo, dice, “ella debe, de algún modo, meterse en la piel de cada uno de sus pacientes para poder saber qué es lo que necesitan”. Y así la enfermera es temporalmente:

El consciente del inconsciente,

El amor a la vida del suicida,

La pierna del amputado,
LOS OJOS DE UN CIEGO RECIENTE,
Un medio de locomoción para el niño,
Conocimiento y confianza para la joven madre,
La boca para aquellos tan débiles o introvertidos que no pueden hablar, etc.


Más información y fuentes:



jueves, 14 de mayo de 2020

Graffiti de Enfermera del NHS. Autor David Speed

El famoso graffitero británico David Speed ha realizado un mural como agradecimiento y reconocimiento al sistema sanitario de su país y para ello lo ha hecho con la figura de una enfermera con mascarilla, lo que pone una vez más en evidencia que la imagen de una enfermera no solo representa a nuestro colectivo sino que lo hace con todo el sistema sanitario.
En su publicación de Twitter, Speed, con la imagen del mural también ha publicado un vídeo de unos 60 segundos, que muestra su trabajo y explica los motivos del mismo. 

Nuestro reconocimiento a Marta Corrales seguidora de nuestra página que nos ha hecho llegar tanto el contenido como la traducción de las palabras de David y nos ha sugerido la publicación de hoy.

Mi nombre es David Speed de Graffiti Life. Decidí hacer este mural, en realidad fue idea de mi madre, me dijo: "deberías pintar algo en reconocimiento al “NHS", Servicio Nacional de Salud de Reino Unido. Y decidí contribuir con esta obra como homenaje, es un enorme aplauso de la única forma que sabía. Siempre dije a los jóvenes artistas que el arte inicia rebeliones y revoluciones que hace que la gente se cuestione las cosas, marca ocasiones especiales y que el arte puede ser usado de muy diferentes formas. Así que espero que esta pieza haga que la gente se dé cuenta de lo afortunados que somos en este país de tener el NHS, que debemos protegerlo a toda costa. Esta fue mi pequeña forma de mostrar que los apreciamos, y que todos en el país realmente aprecian todo lo que están haciendo.


Foto del mural realizado por David Speed en el que como homenaje al sistema sanitario aparece una enfermera con mascarilla. 
Cuando David Speed ​​era un adolescente, corriendo por las vías del tren para pintar graffiti en las paredes de la estación y comprando latas de espray en las tiendas de de accesorios para automóviles, nunca imaginó que Microsoft o la Policía Metropolitana le pagarían por su afición.

Criado y adoptado en sur de Londres, se dispuso a acabar con la imagen de un artista de graffiti como producto de una infancia difícil. “No vengo de un hogar roto. Mi papá fue fontanero durante muchos años. Es un estereotipo que muchos artistas de graffiti están haciendo llegar a la sociedad, no se les ha de condenar porque cometieran delitos menores en la adolescencia. En las décadas de 1970 y 1980, se etiquetó popularmente a los graffiteros como jovenes antisociales y el vandalismo. A los 17 años, le contó a su madre sus ambiciones, aunque la madre no confiaba mucho en el, ahora a ella está encantada. Aprendió la mayor parte de su oficio en una pared en Brighton donde era legal pintar, y se libró del riesgo de ser detenido por la policía por vandalismo. Poco a poco fue avanzando en su exitosa carrera y fundó Graffiti Life.

“Leading Graffiti Artist & Street Art Collective”

 Graffiti Life es un colectivo de algunos de los mejores creativos, gerentes de proyectos y artistas del mundo, con sede en Shoreditch, Londres, son expertos en murales, talleres de pintura en espray (aerosol), proyectos comunitarios, arte en vivo y personalización. Formados en 2010, con una visión clara de promover el arte público, pero sin un plan establecido, trabajaron con algunas de las marcas más grandes del mundo, estando establecidos como el colectivo líder de artistas profesionales de graffiti. También tienen un claro enfoque en potenciar e inspirar a la próxima generación de creativos.


martes, 5 de mayo de 2020

Enfermeras con equipos de protección para gases tóxicos.

Miembros del Cuerpo de Enfermeras del Ejército de EE. UU.  avanzan a través de una nube de humo durante un simulacro de adiestramiento para el uso de máscara ante un posible ataque con gas. 
Actualmente todo el mundo está inmerso en una batalla contra un agente muy peligroso, un coronavirus, y para enfrentarse a él, es necesario tomar ciertas precauciones, es tal el impacto en los medios de comunicación, que no solo los sanitarios sino la población en general está familiarizándose con la panoplia protectora de la contaminación, sus diseños y colores.
En la foto de la publicación, las máscaras, combinadas con los uniformes blancos de las enfermeras, hace que parezcan sacadas de un cómic de la época. Como vemos de una u otra forma siempre el colectivo enfermero está presente en primer lugar de los acontecimientos y también del peligro.

Enfermeras con equipos de protección para gases tóxicos.
Segunda Guerra Mundial. 1940.

 Foto coloreada por Divertimento con ColouriseSG.

Tras algunos experimentos más o menos mitificados de la Antigüedad, como las hogueras de alquitrán y azufre de los espartanos frente a las murallas de Atenas en la guerra del Peloponeso, la Primera Guerra Mundial marca un momento decisivo en el uso de estos venenos. El gas mostaza, la estrella de la guerra química, pesaba más que el aire y se extendía como un líquido entre los pies de los soldados hasta que empezaba a evaporarse. Las quemaduras que provocaba eran atroces, así como los daños a los ojos, los pulmones y otros órganos internos. La piel enrojecía y se llenaba de grandes ampollas. Uno de los heridos más célebres por este gas fue el Adolf Hitler, soldado de primera durante la Gran Guerra.
En los años posteriores, varios países usaron estas armas de manera industrial: los británicos en Irak en 1920, el Ejército español en la guerra del Rif (1925), los italianos en la invasión de Etiopía (1935) y los japoneses en China (1941).
En la Segunda Guerra Mundial, ni los nazis ni los aliados utilizaron estos compuestos en combate, aunque la verdad es que la posibilidad de su uso siempre estaba “ahí”, por eso había que estar preparados para lo que sucediera. Los biógrafos de Hitler sostienen que los daños que sufrió como soldado en la Gran Guerra le convencieron de no volver a recurrir a esos terrores químicos en la Segunda. La realidad es que el Ejército alemán desarrolló agentes nerviosos como el gas sarín, si no los usaron, fue porque los servicios secretos pensaban que los aliados también los conocían y podían usarlos contra la población del Tercer Reich. En cambio, no les importó incorporar a la llamada "solución final" el pesticida Zyclon B para culminar al genocidio nazi.

Más información y fuentes: