miércoles, 25 de noviembre de 2020

La enfermera Nadyne Weber y su cartel de no a las visitas hospitalarias.

La enfermera N. Weber, del Hospital Grace de Cleveland, Ohio, fotografiada junto al cartel que acaba de hacer y pegar en la entrada del Centro, con el siguiente texto:

“A partir del miércoles 11 de diciembre de 1968, para proteger a nuestros pacientes durante la actual epidemia de gripe, el hospital ha restringido todas las visitas hasta nuevo aviso”. 

La restricción de visitas es una de las medidas que menos entienden las personas ajenas al mundo sanitario y por ello de las más sometidas a críticas.


La enfermera Nadyne Weber, junto a su cartel. Hospital Grace de Cleveland, (Ohio).
Archivo de Bettmann.

La situación que estamos viviendo debido a la pandemia de coronavirus, está marcando de forma notable nuestro quehacer cotidiano, desde las actividades de la vida doméstica, laboral, social, etc. Todos hemos incorporado a nuestras actividades de rutinas, muchas otras para evitar contagiarnos o contagiar a otros, así el uso de mascarillas, lavado de manos, mantener distancia de seguridad, etc., y no digamos ya, si la persona ha de hacer aislamiento en el propio domicilio. Si todo ello es necesario, por mucho que resulte incomodo, al igual que el confinamiento social para poder dominar los contagios, es necesario entender que en los centros sanitarios cerrados o abiertos, las medidas han de tener el mayor rigor para proteger a los pacientes, por supuesto a nuestros compañeros y a nosotros mismos.

Más información y fuentes:

https://www.mscbs.gob.es/en/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov/documentos/Manejo_urgencias_pacientes_con_COVID-19.pdf

https://kidshealth.org/es/parents/coronavirus-how-to-quarantine-esp.html?WT.ac=p-ra

http://www.madrid.org/cs/Satellite?blobcol=urldata&blobheader=application%2Fpdf&blobheadername1=Content-Disposition&blobheadervalue1=filename%3DSesion+general+mpreventiva.pdf&blobkey=id&blobtable=MungoBlobs&blobwhere=1220443636924&

https://www.buzzfeed.com/gabrielsanchez/inspiring-vintage-photos-of-nurses-from-yesteryear


miércoles, 18 de noviembre de 2020

Enfermeras en la exhibición de bebés prematuros en ferias. EE.UU.


Desde 1904 hasta 1943, entre espectáculos de elefantes danzantes y juegos mecánicos en un parque de diversiones, también había una exhibición de diminutos bebés en incubadoras, algo que, a pesar de ser cuestionado, despertaba la curiosidad de miles de visitantes.

¿Cómo es posible que se cobrara por mostrar a bebés prematuros dentro de cajas de cristal? Quizá esta parezca una práctica de moral cuestionable para algunos, pero salvó la vida de alrededor de 6 500 bebés prematuros a lo largo de 40 años, y fue el inicio de una revolución en la atención sanitaria para los recién nacidos.


Enfermeras en los cuidados de los bebés prematuros durante una exhibición y al frente  de cara al público, el medico Couney.

El responsable de esta historia fue el médico Martin Couney, de quien desafortunadamente hay datos escasos, aunque parece que nació en Prusia, en 1869, y emigró a Estados Unidos en 1898, donde se convertiría en una leyenda participando en varias ferias del país.

Según el pediatra William Silverman, de California que ha investigado la carrera de Couney desde su muerte en 1950, parece que obtuvo su título de médico en Leipzig, Prusia. En la década de 1890 estaba en París, estudiando la patología de los bebés prematuros con el gran experto en la materia, Pierre Budin. La idea parece que se le ocurrió cuando Budin le pidió que supervisara una exhibición de incubadoras en la feria mundial de Berlín de 1896, aunque no parece haber prueba de que eso fuera real. Lo que es un hecho es que mientras muchos médicos consideraban que los bebés prematuros estaban condenados a morir, él buscó una forma de cambiar su destino. En 1903, Martin Coney inauguró su primera exposición en el icónico parque de atracciones de Coney Island, en Nueva York, donde había logrado construir una clínica profesional en medio de un ambiente clásico de feria, en la que había un gran letrero que decía “Todo el mundo ama a un bebé”, dónde trabajaban un equipo de médicos, enfermeras y nodrizas que se encargaba de brindarles la mejor atención posible a los recién nacidos. Dentro de la exposición, se les explicaba a los visitantes cómo las incubadoras extraían aire del exterior y lo filtraban hacia el interior, generando un cambio completo en la atmósfera del bebé dentro de la incubadora.



A pesar de que haber sido acusado de charlatán y de explotar a los bebés, el compromiso de Couney con los prematuros era indudable. Sus instalaciones siempre estaban impecable, y se tenía una rigurosa higiene y se alimentaban cuidadosamente a los prematuros con nodrizas, a quienes  se les despedía si las encontraban fumando o bebiendo alcohol, con un cocinero solo para ellas. También buscaba mejorar la salud de los pequeños al alentar a las enfermeras a tener contacto físico con ellos para mostrarles afecto. Eso era algo poco convencional en la época, pues se creía que, para evitar riesgos de infección, el contacto debía reducirse al mínimo. La instalación era un pequeño hospital y no una atracción de feria. De hecho, las incubadoras utilizadas en la exhibición estaban equipadas según los adelantos más recientes de la época e importadas desde Europa. El cuidado de los bebés era caro y se costeaba con las entradas a la exhibición, las cuales tenían un costo de 25 centavos, pues no se les cobraba nada a los padres. Couney confiaba tanto en su proyecto, que su propia hija pasó tres meses en exhibición tras haber nacido prematuramente. Al crecer, ella se convirtió en enfermera y trabajó con su padre en la exhibición.

El tiempo pasó y los hechos hablaron por sí mismos. La comunidad médica en el terreno de la neonatología en Estados Unidos comenzó a reconocer la innovación que representaba el proyecto de Couney, el cual comenzó a ganar aceptación. Otros médicos enviaban bebés para recibir los cuidados del hospital de Couney y algunos padres preocupados llegaban buscando una esperanza de sobrevivir para sus hijos.

Eventualmente, y tras 40 años, la idea de ver bebés en incubadoras dejó de ser emocionante para muchos. Debido a eso, en 1943, la exhibición cerró de manera definitiva. Sin embargo, el trabajo de Couney estaba hecho: había influido en la apertura del primer centro de atención infantil para prematuros en el Hospital Cornell de Nueva York, y salvado al 85 % de los bebés que llegaron a él.

 

La hija enfermera de Couney junto a una incubadora, mientras su padre da explicaciones a un chico visitante que muestra su curiosidad..

Los bebés que el proyecto de Couney salvó se convirtieron en casos de éxito, y, al llegar a la adultez, ellos agradecieron la segunda oportunidad que eso representó en sus vidas. Una de esas historias es la de Beth Allen, quien nació en 1941, cuando su madre tenía solo 6 meses de embarazo.

La madre de Beth estaba esperando gemelas. Ella apenas pesó unos 600 gramos al nacer, pero su hermana era aún más pequeña, por lo que no logró sobrevivir. Cuando la madre de Beth supo del Dr. Couney, se negó a la idea de exhibir a su hija en una feria, pero él fue al hospital a hablar personalmente con ella y logró convencerla de poner a su hija en la incubadora.

Beth era visitada a diario por su madre y, eventualmente, fue dada de alta pesando más de 2 kilogramos y con una mejoría notable. Después de su estancia en Coney Island, los padres de Beth la llevaban cada año a visitar al Dr. Couney en el Día del Padre, e incluso asistieron a su funeral cuando el médico falleció.

Más información y fuentes:

https://www.americanheritage.com/martin-couney#1

https://www.dawnraffel.com/books

https://www.bbc.com/mundo/noticias-40521195?fbclid=IwAR3nm7Fv1l524pqBYoZdWtjxFkqHjpW6aKgh3rOpuo0CBLY0W8KbiWTjqtw

https://genial.guru/admiracion-curiosidades/este-hombre-aleman-salvo-a-miles-de-bebes-prematuros-de-la-muerte-aunque-lo-consideraban-un-estafador-1235310/

 

miércoles, 11 de noviembre de 2020

Réquiem ruso. Pintura. Autor Boris Olshanky. 2000.

Para muchos conocedores de la obra de Olshanky, esta es, quizás, su pintura más evocadora y significativa. En ella aparece una enfermera de la Cruz Roja Rusa de la Primera Guerra Mundial, que está como suspendida por encima del suelo, sin temor a las espinas de los cardos ni a los alambres de espino del frente de guerra. Los propios rusos dicen que no son tan positivistas como los occidentales y esto se debe a que se dan cuenta de que hay cosas que escapan a su control, dicen, carecer de la arrogancia de los que creen que pueden cambiar el destino a través de sus esfuerzos, y hay cosas, como el “destino” que solo se puede afrontar con dignidad y honor, porque no se pueden cambiar. La enfermera de la obra de Boris aparece como una figura mítica, dispuesta a enfrentar su destino, que no es otro que prestar su ayuda allí, dónde la necesitan sus compatriotas.

En lo personal y en lo artístico, Boris Olshansky, muestra un gran interés por la historia, la religión y el amor a la patria. Sus trabajos están relacionados con motivos de origen védico de la antigua Rusia, es decir, los mitos y leyendas de los eslavos. Para realizar su obra ha profundizado en el mundo sacro de sus antepasados, descubriendo y presentando la asombrosa belleza de su cultura con una visión romántica que también es evidente en su descripción de las festividades y celebraciones de los antiguos dioses eslavos.


Requien Ruso. Boris Olshanky. 2000.

El propio autor ha expresado dedicar toda su creación artística a Rusia, con palabras como:

Estoy seguro de que nuestros grandes antepasados ​​nos observan con cautela. Y que el juicio de la historia es inevitable para lograr la justicia y la fe en el bien. Las leyendas, los cuentos de hadas, las historias épicas y los cuentos rusos son un pozo sin fin de imágenes fantásticas y reales que unidas a la imaginación, pueden ser plasmadas mediante la creación artística.

 Obra de inicio de la página web "Conoce a los eslavos" 
en la presentación de la obra de Boris Olshansky 

Borish Olshansky nació el 25 de febrero de 1956 en Tambov, Rusia. Terminó sus estudios en la Penza Art School en 1980 y luego continuó su formación en el Instituto de Arte Surikov de Moscú, donde se graduó en 1986. Durante sus estudios y viviendo en Moscú, Olshansky trabajó como artista gráfico e ilustrador de libros.

Pronto, Boris se convirtió en uno de los artistas eslavos más populares de Rusia. Posteriormente regresó a Tambov y comenzó a trabajar para la revista llamada “Tambov Literario”.

En 1989 se incorporó a la Unión de Artistas de la entonces URSS, hoy Rusia. Con la llegada de la Perestroika, prácticamente abandonó su trabajo como ilustrador y pasó del arte gráfico a la pintura, campo que realiza con pasión e inspiración centrada en realizar grandes imágenes de eventos de la historia y mitología eslava.

Ha realizado numerosas exposiciones en su país y en el extranjero. Sus exposiciones más importantes incluyen la Exposición Olshansky en la Casa Central de Artistas en Krymsky Val, Moscú, así como su Exposición personal en la Galería de Arte Tambov, ambas realizadas a mediados de la década de 1990. Entre otras facetas en 2008 ilustró el libro “Leyendas y cuentos de Tambov”.

Más información y fuentes:

https://meettheslavs.com/boris-olshansky/

https://01varvara.wordpress.com/2008/03/09/boris-olshansky-russian-requiem-2000/amp/