viernes, 18 de noviembre de 2016

Enfermeras en el hospital. Lienzos de Enma Cano.

Enma Cano, asturiana, pintora, ilustradora y muralista, muestra el lado humano de los hospitales y lo traslada al lienzo, dándole a sus cuadros una atractiva belleza llena de naturalidad. De su catálogo "Luz en Hipocratia" con el que ha realizado varias exposiciones, subo aquí unos cuantos lienzos en los que refleja de forma muy cercana y natural, el trabajo de las enfermeras en el medio hospitalario.
Enfermera.
Explicado con palabras de la propia autora:
“Con sus luces y sus sombras, con todos los matices que fuera capaz de captar. Ha sido fácil encontrar inspiración, pues la vida, puertas adentro de un hospital, rebosa humanidad. Para empezar, el ir «disfrazada» de personal sanitario para pasar desapercibida me ha hecho sentir que la gente me trataba desde un respeto y una confianza nuevos para mí.
En la habitación 107.
La distancia se acorta a la hora de hablar de intimidades. Las poses se pierden. En un hospital los hombres son esencialmente lo que son. La confianza adquiere un sentido absoluto. Los pacientes saben y sienten que el único motivo de que estés a su lado es que les vas a ayudar. Esa  tremenda entrega me creaba, de alguna manera, la obligación de implicarme en las miserias de otros. Y de paso, a veces fugazmente, también en sus alegrías.
Inma por la mañana.
He sido parte a la vez que observadora de una encrucijada de vidas que coinciden en un punto presente, intenso. Me he sentido envuelta en un torbellino de emociones, contagiada por los sentimientos de los demás, impregnada por sus lágrimas y enternecida por sus anhelos.
La vida en la mano.
Médicos, enfermeras, acostumbrados a tocar la miseria del hombre, se pasean dando recetas, consejos, derrochando ternura y comprensión. Son capaces de combinar esa suerte de amor que profesan a la humanidad, con una especie de distancia que les protege del contagio del dolor de otros. Con todo, se angustian, sufren, se encariñan con los pacientes, con los que a veces establecen una verdadera relación de amistad.
Un angel.
La enfermedad nos hace más conscientes de que la vida es tan maravillosa como frágil. Enfrentarse a esa fragilidad nos ayuda a continuar. Vivimos con la muerte echándonos vaho en la nuca. Disfrutemos mientras podamos. No hay una segunda oportunidad. Estos meses he aprendido que es inútil esconderse del dolor y la muerte como si fueran ajenos a nosotros, y no parte de nuestra esencia como seres humanos.
Resignación.
Como en un juego ilimitado, releo esta elección de palabras y me evoca otra, igualmente válida e intensa para describir lo que he sentido: amor, incertidumbre, esperanza, trabajo…
Tierna rutina.
Combínense como se desee. Lo único que espero es haber podido transmitir con mi pintura una ínfima parte de la brutalidad, el amor y la humanidad que se me regaló al hacer este trabajo”.


La autora dice de ella:
Nací pintora, aunque no sé a qué edad hice mis primeros trazos, con un lápiz desgastado o manchándome las manos, torpes aún, con ceras de colores.
Soy natural de Asturias, así que mis ojos se acostumbraron pronto a disfrutar de la belleza natural de los paisajes, de verdes intensos que casi se pueden oler, de la bravura del mar y la serenidad imponente de las montañas. Allí tuve la suerte de aprender, cuando aún era una niña, de un maestro del paisaje: César Pola, quien supo inculcarme la fascinación que siento por pintar en plena naturaleza.

Más tarde acudí a clases de dibujo y modelado en la Escuela de Artes y Oficios de Oviedo, y como en mi ciudad no existía facultad de Bellas Artes me licencie en Filología, así que podría decirse que soy semiautodidacta.
Mi juventud transcurrió entre tonos tostados, amarillos y sepias del desierto almeriense. Allí pinté murales, retratos de turistas, dibujos y cuadros de los paisajes áridos de la zona y de las gentes que se ofrecían a posarme. He dibujado también en Berlín o en Finlandia, en Canarias o en Madrid… Allá donde estuviera, mis trazos siempre han bailado libres, imparables…
Desde 1991 vivo en Mallorca. Aquí trabajo como ilustradora y fotógrafa de la revista Missèr, que edita el Colegio de Abogados de Baleares. He tenido la fortuna de ser elegida para retratar a personajes ilustres de la abogacía, y la Real Academia de Medicina me encargó en 2001 un retrato del rey para su sede en Madrid.
Aunque mi pintura es figurativa no me siento identificada con ninguna escuela o estilo en concreto. Quizás el hecho de ser autodidacta me ha liberado de esta clasificación. Siempre palpita en mis dedos, mi mirada y mi pensamiento el aleteo libre de quien se expresa con la belleza.

Más información y fuentes:

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