viernes, 26 de agosto de 2022

Enfermeras amamantando bebés con leche de burra.

El romano Plinio el Viejo escribió en su 'Historia natural' que la leche de burra servía casi para todo. Haciendo gárgaras con ella se curaban las úlceras bucales, bebida en ayunas curaba la fiebre, el ardor de estómago, el asma, la fatiga y ciertas intoxicaciones con venenos.

Plinio también hizo mención a su uso cosmético y puso como ejemplo de sus poderes embellecedores a la emperatriz Popea Sabina, según el escritor romano, la esposa de Nerón bañaba todo su cuerpo con aquella leche de burra, creyendo que con ello se aclaraba y alisaba la piel.

Es cierto que aplicada de forma tópica la leche de burra hidrata y tonifica la dermis. También que tiene menos porcentaje de grasa y caseína que la de vaca, cabra u oveja, y bastante más azúcar que ellas, vamos que la burra es el mamífero doméstico cuya leche se parece más a la de la mujer.

Fue el pediatra francés Joseph Marie Jules Parrot (1829-1883) quien en 1877, siendo responsable del hospital de niños expósitos San Vicente de Paúl en París, llevó a cabo el experimento de alimentar así a algunos de sus pequeños pacientes, ya que por entonces miles de recién nacidos eran abandonados cada año en los hospicios parisinos, muchos con sífilis congénita. Debido a la probabilidad de contagio estos niños no podían ser amamantados por nodrizas, así que hasta saber si estaban enfermos de sífilis o no se les administraban sustitutos de la lactancia materna como agua azucarada, caldo o leche de distintos animales. 

En aquel tiempo la pasteurización todavía no se había aplicado a la leche, de modo que los patógenos presentes en ella provocaban graves trastornos intestinales a numerosos bebés. De esta forma, la tasa de mortalidad de los lactantes en el hospital de San Vicente Paúl estaba por las nubes, así que Parrot pensó que para que la leche fuera lo más pura y fresca posible lo mejor era que los niños se mamaran directamente del animal. Las ubres de las vacas eran demasiado grandes para la boca de los bebés, y para el ensayo se escogieron cabras y burras. En las inmediaciones del hospicio se construyó para ellas un corral amplio y limpio adonde se llevaba a mamar a los niños. En poco tiempo de comprobó que la mortalidad entre los alimentados por cabras era un 81% mientras que en el grupo amamantado por burras no llegaba al 27%. La leche de burra, más ligera y digestiva, era mucho mejor asimilada por los delicados intestinos de los bebés.

El procedimiento de amamantar era simple, una enfermera se encargaba de llevar a los niños al establo, cinco veces durante el día y dos por la noche, colocaba el niño en sus rodillas, su mano izquierda sujetaba la cabeza del niño y con la derecha presionaba de vez en cuando la mama del animal para facilitar el flujo de leche, especialmente si el niño era pequeño.


El problema era que las burras dan poca leche. No todas las razas de asno son igual de productivas y además sólo se pueden ordeñar en los seis meses que siguen al parto, resultando que se necesitaba su leche como tratamiento contra la debilidad, la desnutrición, el asma o la tuberculosis era complicado encontrar proveedora.

Detalle de la foto anterior donde se puede apreciar la cabeza del bebé. 

En 1764, tal y como informaba el 'Diario Noticioso de Madrid', los hospitales de la capital contaban con un suministrador oficial de leche de burra. Para casos de emergencia, de falta de existencias o de nula cooperación por parte de la burra se inventó en 1787 un sucedáneo «excelente para la tisis y otras enfermedades de consunción». Así surgieron las “pastillas de leche” y para obtenerlas se necesitaba cebada, agua, asta de ciervo raspada, raíz de cardo corredor y treinta caracoles machacados. «Todo lo dicho se hace hervir junto hasta que toma la consistencia de jalea clara y después se pasa por un paño limpio; medio cuartillo de esta jalea se mezcla con otro medio de leche fresca de vacas o cabras». Imagínense si era difícil dar con una burra de leche, que en comparación este mejunje se consideró un sustituto de fácil elaboración.

Imagen de un anuncio de caramelos de leche de burra. 

En 1850 llegaron a España las primeras pastillas de leche de burra, un medicamento francés obtenido gracias a la evaporación de sus partes líquidas. Pronto aparecieron el chocolate con leche de burra, el jarabe de leche de burra o los pralinés y caramelos hechos con dicha leche. 

Más información y fuentes:

https://naukas.com/2021/02/05/la-lactancia-entre-especies-historia-razones-y-su-uso-en-la-lucha-contra-la-sifilis/

http://xsierrav.blogspot.com/2017/11/mamar-de-una-cabra-mamar-de-una-burra.html

https://www.diariosur.es/malagaenlamesa/milagrosa-leche-burra-20211015180631-ntvo.html

https://gourmet.ideal.es/actualidad/milagrosa-leche-burra-20211015111037-nt.html

https://gourmet.ideal.es/actualidad/milagrosa-leche-burra-20211015111037-nt.html

https://arqueologiadelamedicina.wordpress.com/2017/03/27/amamantando-a-ninos-sifiliticos-con-leche-de-burra/

https://www.plusesmas.com/galerias/nostalgia/nuestras-10-chuches-favoritas-cuando-eramos-ninos/9/


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