miércoles, 31 de octubre de 2018

Profesionales enfermeros en la terapia electroconvulsiva.

La terapia de electroshock (TEC), a pesar de la evidencia de que funciona, sigue siendo acaloradamente debatida en el mundo psiquiátrico e incluso profano. Pocos tratamientos han generadon un debate público tan feroz y polarizado. Los críticos de TEC dicen que es una herramienta cruda de coacción psiquiátrica, los defensores dicen que es el tratamiento psiquiátrico más eficaz y que salva vidas que existe hoy en día.
La idea de que las convulsiones inducidas mejoran el estado en ciertos pacientes psiquiátricos existe desde al menos el siglo XVI. Los primeros investigadores experimentaban inyectando a los pacientes sustancias químicas diversas para inducir las convulsiones. Con el tiempo, los productos químicos fueron reemplazados por corrientes eléctricas. Y a partir de los años 40 y 50, antes de que el uso de antidepresivos se generalizara, la TEC era un tratamiento fue generalizando en muchos países. Al principio se administraba sin anestesia ni relajantes musculares. Siendo esta circunstancia posiblemente la que favoreció su gran estigma negativo. Se administraba altas dosis de electricidad al cerebro sin anestesia, a menudo causaba pérdida de memoria, huesos fracturados y otros problemas cognitivos.

Actualmente la terapia es mucho más segura, con corrientes eléctricas cuidadosamente calculadas administradas en un entorno sanitario controlado para lograr los beneficios máximos con riesgos mínimos.
Antes de someterse a TEC, todo paciente debe completar una evaluación médica completa, que incluye un examen físico, evaluación psiquiátrica, análisis de sangre, un electrocardiograma y una revisión de anestesia. Dado que el paciente está bajo anestesia durante el procedimiento, no se le permite comer ni beber agua después de la medianoche de la noche anterior.
La terapia en si misma solo dura entre 5 y 10 minutos y puede realizarse como un procedimiento ambulatorio. Primero, una enfermera inserta un tubo intravenoso en el brazo del paciente, que administra anestesia, un relajante muscular y líquidos. La anestesia deja al paciente inconsciente y el relajante muscular ayuda a reducir los efectos de la convulsión. Las almohadillas de electrodos se colocan en la cabeza del paciente, dependiendo de qué parte del cerebro esté siendo atacada. Las corrientes eléctricas pueden enfocarse en un lado del cerebro (conocido como unilateral) o en ambos lados (bilateral), dependiendo de lo que se está tratando. Luego, el médico coloca un manguito de presión sanguínea alrededor del tobillo del paciente para evitar que el relajante muscular llegue al pie. De esta manera, el médico puede controlar el efecto de la convulsión observando el movimiento del pie. Durante el procedimiento, el paciente está profundamente dormido y no experimenta movimiento ni dolor por la convulsión. Además de una máscara de oxígeno, al paciente a veces se le administra un protector bucal para proteger sus dientes o lengua.
Finalmente, el médico presiona o indica que presionen un botón en la máquina, que envía la corriente eléctrica al cerebro, causando una convulsión que dura aproximadamente 60 segundos. Si bien la actividad cerebral del paciente aumenta significativamente, no hay una indicación externa de ello. Una vez que la convulsión finaliza, la medicación comienza a desaparecer y el paciente se despierta, por lo general sintiéndose un poco mareado y confundido.

Los pacientes a menudo se someten a varios tratamientos de TEC en el transcurso de muchas semanas antes de ver alguna mejora. Pero para entonces, es probable que la química y la actividad de su cerebro hayan sido alteradas. Algunos efectos secundarios incluyen pérdida de la memoria a corto plazo, confusión, náuseas y dolores de cabeza: todos son normales y pueden manejarse con medicamentos o mitigarse con el tiempo.
A pesar de que la TEC se ha utilizado y mejorado durante décadas, los investigadores y los psiquiatras aún no están seguros de cómo funciona. Saben dónde colocar los electrodos en el cerebro, ya que la investigación ha demostrado qué regiones del cerebro están asociadas con la depresión y otras enfermedades mentales
Es tentador especular que TEC podría actuar para reequilibrar la actividad hemisférica, en el lado derecho e izquierdo, a través de la modulación de la conectividad. Además, se ha descubierto que la TEC aumenta los niveles de nuevas células cerebrales.
Los pacientes con depresión mayor, manía, trastorno bipolar, esquizofrenia y catatonía pueden tratarse de manera segura con el procedimiento y, en algunos casos, protege a las personas de los intentos de suicidio. Sí, puede causar pérdida de memoria a corto plazo, pero cuando se compara con el dolor mental insoportable e insoportable causado por una enfermedad psiquiátrica, la TEC ofrece esperanza a muchos pacientes.
Es imprescindible el consentimiento del paciente, después de haber sido informado de los riesgos, es un requerimiento habitual en la terapia electroconvulsiva moderna; por otra parte, el tratamiento involuntario ya no es común y se da típicamente solo cuando existe riesgo de muerte y otros tratamientos no han tenido los efectos esperados.
Existe una gran variedad en el uso de la TEC en diferentes países, diferentes hospitales y diferentes psiquiatras. ​ La práctica de esta terapia varía considerablemente dependiendo del país en el cual se administra. En Eslovenia, por ejemplo, la TEC no se usa desde hace 10 años, mientras que en otros países este procedimiento es bastante común. ​ En países como Japón, Turquía, India y Nigeria​ la TEC todavía se usa sin anestesia en algunos hospitales, mientras que en países como los EE. UU., Reino Unido existe una estricta reglamentación para el uso de la TEC. Igualmente en el Reino España, dónde se hacen aproximadamente 3.000 electroshocks al año.

Más información y fuentes:
https://www.elespanol.com/ciencia/salud/20170106/183981943_0.html


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