Jessica Anderson, una enfermera profesional que trabaja en el Hospital Royal London, batió el récord que se había propuesto el 28 de abril con el fin de recaudar fondos para pacientes con pocos recursos, pero su marca (de 3 horas 22 minutos y 8 segundos) quedó anulada porque iba vestida con su uniforme profesional, compuesto de pantalones y camiseta ancha color azul, en vez del antiguo uniforme que llevaban las enfermeras a principios del siglo XX, compuesto por un vestido blanco, delantal y cofia.
En
declaraciones, Anderson consideró que los requisitos del récord eran
“anticuados” y añadió que quedó “bastante sorprendida” cuando GWR rechazó su
petición de reconsiderar los requisitos del atuendo. “Algunas de las enfermeras
con las que trabajo llevan vestidos pero la mayoría usamos batas o túnica y
pantalones. Ciertamente nunca he visto a un “enfermero” con un vestido para
trabajar”.
Si bien GWR le dijo a Anderson en febrero que no había cumplido la fecha para presentarse en la categoría de disfraces, la organización ha anunciado ahora que revisará su caso. Además, publicó un comunicado donde quería distanciarse de los valores sexistas.
“La inclusión y el respeto son valores que Guinness World Records considera extremadamente valiosos y, si bien siempre debemos asegurarnos de poder diferenciar las categorías, es bastante claro que este título de registro y las directrices asociadas llevan mucho tiempo atrasados. Priorizaremos la revisión del mismo en los próximos días”, rezaba el comunicado.
Correr disfrazado de cabina telefónica, estrella o crustáceo, entre muchos otros, forma parte de las hazañas contempladas en el libro de los récords. Una guía para los posibles corredores de disfraces advierte que se deben seguir las pautas y criterios sobre el disfraz al pie de la letra.
Aunque en principio no le reconocieron su record, Anderson, consiguió multiplicar por más de cuatro su objetivo de recaudación para la casa de caridad Barts Charity que había fijado en 500 libras. Ha recaudado más de 2.800 euros.
Si bien GWR le dijo a Anderson en febrero que no había cumplido la fecha para presentarse en la categoría de disfraces, la organización ha anunciado ahora que revisará su caso. Además, publicó un comunicado donde quería distanciarse de los valores sexistas.
“La inclusión y el respeto son valores que Guinness World Records considera extremadamente valiosos y, si bien siempre debemos asegurarnos de poder diferenciar las categorías, es bastante claro que este título de registro y las directrices asociadas llevan mucho tiempo atrasados. Priorizaremos la revisión del mismo en los próximos días”, rezaba el comunicado.
Correr disfrazado de cabina telefónica, estrella o crustáceo, entre muchos otros, forma parte de las hazañas contempladas en el libro de los récords. Una guía para los posibles corredores de disfraces advierte que se deben seguir las pautas y criterios sobre el disfraz al pie de la letra.
Aunque en principio no le reconocieron su record, Anderson, consiguió multiplicar por más de cuatro su objetivo de recaudación para la casa de caridad Barts Charity que había fijado en 500 libras. Ha recaudado más de 2.800 euros.
Tan solo cuatro
después GWR rectifica y así:
“Ha quedado bastante claro para GWR que nuestras pautas eran anticuadas, incorrectas y reflejaban un estereotipo que no queremos perpetuar de ninguna manera”.
“Ha quedado bastante claro para GWR que nuestras pautas eran anticuadas, incorrectas y reflejaban un estereotipo que no queremos perpetuar de ninguna manera”.
“GWR
está absolutamente comprometido en garantizar que respetamos los más altos
estándares de igualdad e inclusión. Nos disculpamos sin reservas y aceptamos
toda la responsabilidad por la mala gestión de la solicitud de Jessica
Anderson”, afirma la vicepresidenta de la compañía, Samantha Fay.
Nos
disculpamos sin reservas y aceptamos toda la responsabilidad por la mala
gestión de la solicitud de Jessica Anderson”.
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