miércoles, 31 de enero de 2018

Enfermeras en la Gran Guerra. En el Centenario (II)

La Primera Gran Mundial produjo problemas sanitarios que difícilmente se conocían en la vida civil y que los médicos y enfermeras no habían experimentado antes. Hasta entonces en las guerras gran parte de los muertos, lo eran por enfermedades, cólera, tifus, etc. que diezmaban los regimientos. En cambio en ésta guerra y especialmente en el frente occidental, el 58% de los muertos lo fue por el fuego de la artillería y lo más común la infección de las heridas, cuando los hombres acribillados con balas y con metralla quedaban con trozos de uniforme y barro contaminado de las trincheras que se propagaban hacia su abdomen y sus órganos internos. No había antibióticos, por supuesto, y los desinfectantes que se utilizaban eran rudimentarios e insuficientes.
Sargento Sawyer Champion Stanley Spence, perteneciente a los fusileros de la reina de Westmister. A pesar de lo aparatosas de sus lesiones, salvo su vida y vivió hasta 1973, por su aspecto parecen posibles quemaduras, está siendo atendido por una enfermera del Servicio Militar Imperial de la Reina Alexandra (QAIMNS) y que de forma gentil tiene cogida la mano del militar como ayuda a soportar el dolor.
 Foto coloreada.
Según Christine Mallet en su amplio estudio de investigación sobre la enfermería en la Primera Guerra Mundial, en su libro, Veiled Warriors ("Guerreras con Velo"), habla de cómo en el frente ruso se usaron medidas con frecuencia muy radicales, como cubrir las heridas con yodo o sal, se vendaba con firmeza al cuerpo y la víctima aún tenía que ser transportada muchos kilómetros hacia los hospitales de guerra. 
Gran duquesa Olga Nikolaevna de Rusia con soldados heridos. 1915.
Foto coloreada.
Al inicio del conflicto, el número de enfermeras de la cruz roja rusa era inferior a 4000, número que se vio insuficiente para la gran cantidad de heridos que atender. Como solución llegaron muchas voluntarias que carecían de una formación mínima y ante la gran escasez de personal cualificado, la cruz roja rusa realizó grandes esfuerzos para formar de enfermeras capacitadas. Por lo general, el alistamiento se realizaba con mujeres alfabetizadas que poseían al menos enseñanza secundaria. 
Las hijas del Zar Nicolás II con su madre, la Zarina Alejandra, voluntarias en un hospital militar. 1915. Foto coloreada.
Para 1916, el número de mujeres que formaban la sociedad rusa de la cruz roja era cercano a 25.000 enfermeras de guerra de muy diferentes capas sociales, desde campesinas y mujeres de clase trabajadora, a nobles e incluso la propia realeza.
En todos los frentes se hicieron grandes esfuerzos para tratar las heridas infectadas, pero miles de soldados murieron a causa de tétanos o gangrena antes de que fuera descubierto un producto sanador efectivo. 
Dos enfermeras del Servicio Militar (QAIMNS) recibiendo a un oficial canadiense. En el ejercito hay separación de la tropa con relación a los oficiales, como se ve en el letrero de la puerta del vagón hospital. Foto coloreada.
Hacia el fin de la guerra comenzaron a surgir algunas soluciones eficaces, aunque también portaban grandes peligros. Una de ellas fue la transfusión sanguínea, que se llevaba a cabo conectando una sonda entre el paciente y el donante: una transferencia - transfusión directa.



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