lunes, 29 de enero de 2018

Pilar Arroyo Gordo. Medalla Florence Nightingale

La enfermera Pilar Arroyo recibió días pasados la Medalla Florence Nightingale, el mayor reconocimiento de Cruz Roja Internacional, otorgada por el Comité Internacional de la Organización, como reconocimiento a 40 años de carrera y dedicación a la profesión. Arroyo, propuesta por Cruz Roja Española, ha sido elegida por 190 delegaciones de todo el mundo como merecedora de este galardón. 


Quién escribe, de Divertimento Enfermero, tubo la satisfacción de coordinar un curso sobre ética y enfermería que se realizó en el Hospital de la Serranía de Ronda, Andalucía, durante una semana y con Pilar como docente, participado así de sus conocimientos y  profesionalidad. 

La Medalla Florence Nightingale distingue, los más de 40 años de dedicación de Pilar Arroyo a la profesión enfermera y su participación en los momentos más importantes de la historia de la profesión en España. Por citar algunos ejemplos, destaca el haber formado parte activa de la Asociación de Enfermería Docente, reivindicando la importancia de la inclusión de esta profesión en los estudios universitarios como una especialidad propia, o el haber sido miembro del comité de expertos que redactó el Código Deontológico de la Enfermería Española.
La galardonada ha destacado, en su discurso de agradecimiento, el importante cambio que tuvo lugar en el año 1977, fecha en la que comenzó “el cambio de planes de estudios de enfermería y de la que formó parte.
Actualmente sigue dirigiendo la revista Metas
Además de su intachable dilatada carrera profesional, Pilar Arroyo es una persona con cualidades humanas dignas de un reconocimiento, si cabe, aún mayor. Inteligente, humana, luchadora, tenaz, perfeccionista, con carácter, pero profundamente humana y tierna a la vez… Las personas que tienen la suerte de conocerla saben de la grandeza de esta enfermera de pies a cabeza, esposa, madre, abuela, compañera, amiga y, en definitiva, un ejemplo a seguir.

Hasta la fecha, tan sólo Carmen Angoloti (Duquesa de la Victoria), en 1925; Concepción Bermejo, en 1977, y Juana María Hernández, en 2010, tenían en su haber esta distinción.

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